La leyenda de los volcanes, también conocida como la leyenda de popocatépetl e iztaccíhuatl o como leyenda de la mujer dormida, está relacionada con una historia de amor de una princesa, Iztaccíhuatl y un guerrero (Popocatépetl) Tlaxcaltecas. Descubre cómo su amor eterno se mantiene en la memoria de los pueblos que aun hoy cuentan su historia de entrega y sacrificio.
👫 Personajes:
- Iztaccíhuatl
- Popocatépetl
🤱 La Leyenda de los Volcanes Completa (Popocatépetl e Iztaccíhuatl)
Hace mucho tiempo, en el Valle de México dominaba el Imperio Azteca. Tenían la costumbre de que, cuando dominaban a un pueblo vecino, este debía darles un tributo obligatorio, algo de lo que estaban hartos. Por eso, un día, el cacique de los Tlaxcaltecas, enemigos de los Aztecas, quiso luchar contra esta práctica.
Iztaccíhuatl era la princesa más hermosa que había en el lugar, hija del cacique. Estaba enamorada de Popocatépetl, uno de los guerreros del pueblo que también le correspondía. Por eso, antes de marchar a la guerra, se reunió con el cacique para pedirle la mano de la princesa. Este accedió con alegría y le prometió que podría casarse con su hija si volvía de la guerra victorioso.
Con un motivo tan fuerte, Popocatépetl marchó a la guerra sabiendo que, a su vuelta, Iztaccíhuatl sería su esposa. Sin embargo, poco tiempo después de que se marchara, otro hombre, enamorado de la princesa, le dijo a esta que su amado había muerto en combate. Tan triste se puso ella que acabó muriendo de pena.
Pero Popocatépetl no había muerto. Había sido una mentira. Y cuando este regresó victorioso y con el deseo de ver a su princesa, este se quedó abatido al recibir la noticia de que Iztaccíhuatl había fallecido.
Durante días vagó por las calles de la ciudad sin rumbo fijo. No sabía qué hacer hasta que, finalmente, supo que quería honrar el amor y el recuerdo de su amada, y que todo el pueblo la recordara igual que él. Por eso, se dispuso a construir una gran tumba, y lo hizo amontonando 10 cerros que formarían una montaña.
Cuando estuvo acabada, cogió el cuerpo de Iztaccíhuatl y subió con él hasta la cima de la montaña. Allí la dejó recostada y se permitió darle un último beso. Agarró una antorcha y se arrodilló al lado de la princesa. Su objetivo era velar allí su sueño eterno.
Y es que, según cuenta la leyenda, jamás se despegó de ella. Ambos permanecen juntos. La nieve cubrió sus cuerpos y, con el tiempo, se convirtieron en dos volcanes. De hecho, cuando uno de ellos arroja fumarolas, se dice que es porque Popocatépetl recuerda a su princesa y eso hace que el fuego del amor eterno que anida en su corazón haga que el volcán se active.
👹 La Leyenda de los Volcanes Corta para niños
La leyenda más difundida cuenta que que Iztaccíhuatl, la mujer más hermosa de la región e hija de Tezozómoc, cacique de Tlaxcala, se enamoró perdidamente de Popocatépetl, un valiente guerrero que correspondió a su amor. El guerrero pidió la mano de la princesa y el cacique se la concedió, siempre y cuando regresara victorioso de su enfrentamiento con los aztecas.
Los meses pasaron y a oídos de la joven llegó la falsa noticia de que su amado había muerto en el campo de batalla. Ella, hundida en un profundo dolor, murió de tristeza. Cuando Popocatépetl regresó triunfante a su pueblo se enteró de la desgracia y mandó construir una tumba.
Cuentan que 20 mil esclavos amontonaron 10 cerros para formar una gigantesca montaña. El guerrero posó el cuerpo de Iztaccíhuatl en aquella montaña, pero no pudo dejarla sola, así tomó una antorcha para velar su sueño eterno.
El invierno llegó y los cuerpos de ambos quedaron sepultados bajo la nieve. Se cuenta que los dioses los convirtieron en dos majestuosos volcanes que estarían unidos por siempre. Popocatépetl, de vez en cuando despierta y recuerda su ferviente amor por Iztaccíhuatl lanzando fumarolas.