En el puente de las Brisas

En el puente de las Brisas obra de teatro corta romantica
En el puente de las Brisas obra de teatro corta romantica

La siguiente obra de teatro es una colaboración de Fabián Choque, un visitante que se puso en contacto con nosotros y nos ha permitido publicar su texto en este sitio. En esta ocasión Fabian nos trae una obra de teatro corta romántica!

Título: En el Puente de las Brisas
Autor: Fabián Choque

✅ Obra corta de 5 personajes

Personajes

  • Pedro (El Esposo)
  • Yali (La esposa)
  • El mensajero
  • La guía
  • Los Turistas

(Yali se encuentra sentada en su sala tejiendo. De pronto, llega Pedro por detrás y sorpresivamente, le da un beso en la mejilla. Ella salta de la impresión y voltea rápidamente).

– Pedro: Muac

– Yali: ¡Ay! ¡Pedro, amor!

– Pedro: Ni con una expresión de asombro, se altera tu graciosa hermosura. Muy buenos días, “mi bella dama”. (La sigue mirando muy sonriente).

– Yali: Muy buenos días tengas tú también, (Lo ve de la misma manera) “mi guapo caballero”, ¿Cómo amaneciste?

– Pedro: Feliz de saber que tengo un día más para contemplar nuevamente tu mirada tan cautivante, mi esposa.

– Yali: ¡Ay, tú siempre tan halagador!

– Pedro: Es que tu bella y cándida sonrisa, siempre será una fuente inagotable de inspiración para mí.

– Yali: Pues tu voz es… (Acaricia su rostro) como el canto de un canario en el jardín al amanecer, encantando mis oídos con sus melodiosos gorjeos. (Ellos se besan y se dan un muy fuerte abrazo).

– Pedro: (Mira el tejido mientras apoya el mentón en el hombro de Yali) ¿Qué estás haciendo, mi amor?

– Yali: (Lo levanta para que lo vea bien) Una sorpresa para ti

– Pedro: ¿¡De verdad!?

– Yali: Sí, y no te diré nada hasta tenerlo listo.

– Pedro: ¿Nada? (Pedro muestra una expresión de pena).

– Yali: Nada (Golpea suavemente la cara de su esposo) ¿De acuerdo?

– Pedro: Bueno está bien, trataré de esperar.

– Yali: Así me gusta. Bueno y ahora, vamos a tomar desayuno, ¿Sí?

– Pedro: Perfecto, vamos.

(Yali deja su tejido y se pone de pie. Mientras van caminando, se abrazan)

SEGUNDO ACTO

(Pedro se sienta en la mesa mientras que Yali va a la cocina a preparar el desayuno. En eso, comienzan a tocar la puerta). (Toc toc toc)

– Pedro: ¡Yo voy! (Grita Pedro mientras se levanta. Al abrir, ve a un mensajero y sorprendido, lo mira seriamente y le pregunta).

– Pedro: ¿Sí? ¿Qué desea?

– El mensajero: Disculpe la molestia, ¿Es usted el señor (revisa el nombre en el sobre) Pedro Robles?

– Pedro: Sí, ¿Qué se le ofrece? (mira el sobre también).

– El mensajero: Tengo una carta para usted, señor. (Le responde mientras le entrega la carta. Pedro la toma y la mira con algo de preocupación).

– Pedro: Muchas gracias.

– El mensajero: A usted, me retiro.

– Pedro: Hasta luego. (Pedro cierra la puerta y camina hacia el comedor, se sienta en la mesa y ve con seriedad el papel). (Desde la cocina, Yali pregunta).

– Yali: ¿¡Quién tocó la puerta, Pedro!?

– Pedro: Eh… (Se pone algo nervioso) ¡Nadie Yali, era uno de esos vendedores! (Le responde mientras continúa observándolo con la misma expresión).

– Yali: ¡Nunca faltan esos!, ¡Qué raro que vengan a estas horas! ¿¡No!?

– Pedro: Sí amor…muy raro.

(Pedro abre e sobre y al leerlo, la expresión en su rostro cambia radicalmente. Suspirando, lo guarda en su bolsillo para que no lo vea Yali. En eso, llega ella con el desayuno y poniéndolo sobre la mesa, se sienta muy sonrientemente al lado de Pedro).

– Yali: Hoy te preparé algo realmente delicioso, espero te guste (Yali se percata que algo anda mal) ¿Qué te pasa, amor?

– Pedro: Nada Yali es solo que… me imaginé por un segundo la vida sin ti y me sentí (Coge su cabello con ternura) vacío.

– Yali: Nosotros siempre estaremos juntos, prometimos que nunca nos separaríamos, ¿Recuerdas?

– Pedro: Claro que lo recuerdo, nunca olvidaré la promesa de amor que hicimos en el puente donde las brisas del verano, acarician siempre nuestros.

– Yali: Bueno pues entonces, ¿Por qué en tu linda cabecita, pasa la tontita idea que nos vamos a separar?

– Pedro: No sé. Mira, olvida lo que dije y tomemos desayuno, ¿Sí?

– Yali: Bien… Mira lo que te preparé, está muy rico ¿No?

– Pedro: Delicioso, como todo lo que preparas, amor mío.

– Yali: Mmm… (Acerca su cara a la de él y le da un beso) qué lindo eres, mi Pedrito.

– Pedro: Es que tus bellos ojos y tu hermosa sonrisa son como agua, que hacen germinar las más bellas palabras de este loco enamorado.

(Ambos se toman de las manos y Pedro besando la mano de Yali, continúa mirándola con ojos tiernos. En eso, ella se percata de la carta y alejando un poco la cabeza, le pregunta).

– Yali: Amor, ¿Qué es eso? (Señala su bolsillo).

– Pedro: ¿Esto? Ah es…Nada importante, sigamos tomando desayuno.

– Yali: ¿Nada? A ver, déjame verlo (Dice mientras que sorpresivamente, toma la carta).

– Pedro: ¡No, espera! (Grita Pedro pero demasiado tarde. Yali abre el sobre y comenzando a leer la carta, su expresión cambia radicalmente).

– Yali: ¿Qué es esto, Pedro? (Queda totalmente extrañada) ¿Por qué no me contaste nada?

– Pedro: (Pedro suspira y mira a un costado por la pena) Es que no quería preocuparte con mis asuntos.

– Yali: Pensé que habíamos acordado compartir nuestras cargas, amor. (Le responde Yali mientras toma su mano. Continúa leyendo) ¡Pedro, acá dice que tienes que hacer un viaje por tres meses!… (Lo mira con gran sorpresa) ahora comprendo tu repentino cambio.

– Pedro: Así es (Se pone de pie y camina hacia la ventana) Tú sabes lo mucho que me cuesta separarme de ti. (Ella también se para y yendo hacia él, se pone en su detrás y lo abraza).

– Yali: A mí también, pero no olvides que cuando nos dimos el sí en el altar, acordamos compartir nuestras alegrías y desventuras; así que no dudes en dármelas a mí también, para aligerar un poco el peso que llevas. (Pedro la mira fijamente y con dulzura, le acaricia suavemente el rostro).

– Pedro: Me lo pregunto todos los días y aún no encuentro la respuesta.

– Yali: ¿Y qué te preguntas? (Toma los brazos de Pedro).

– Pedro: El por qué una mujer tan maravillosa como tú, está con un hombre como yo. (Yali le da un beso y lo abraza muy fuerte. Luego apoya la cara en su pecho).

– Yali: Voy a responder a tu pregunta, tontito (Luego lo ve fijamente a los ojos). Porqué un hombre como tú, ya casi no hay en el mundo y yo fui muy afortunada al tener como compañero de toda la vida, al mejor de todos. (Pedro le acaricia el cabello con suavidad y encendiendo la radio, pone una música romántica).

– Pedro: Verdaderamente, naciste para ser el complemento perfecto en mi vida.

– Yali: Y tú el mío. (Ambos se abrazan muy fuertes y Yali empieza a llorar por la emoción).

– Pedro: Me voy en una semana, amor.

– Yali: Entonces, te ayudaré a arreglar tus cosas.

– Pedro: Aún no, tenemos todo este tiempo para hacerlo.

– Yali: Pero no quiero que te falte algo que puedas más adelante necesitar.

– Pedro: Es que amor… (Yali pone su dedo índice en la los labios de Pedro y le sonríe).

– Yali: Nada… (Le mueve la cabeza en señal de negación) terminando de tomar desayuno, comenzamos a alistar tus cosas para que te vayas tranquilo y cómodo, ¿Sí?

– Pedro: ¡Yali!

– Yali: ¿¡Sííí!? (Yali lo mira fijamente).

– Pedro: ¡Está bien, está bien! (Sonríe con una expresión de rendición ante su insistencia) Bueno ahora sí, vamos a desayunar porque me muero de hambre.

– Yali: Yo también, vamos.

(Yali va agarrada del brazo de Pedro a la mesa a tomar desayuno).

(Luego de eso, ambos van al cuarto y comienzan a preparar las cosas del joven. Al terminar, van a la sala y se sientan a conversar).

– Yali: Bueno, ya está todo listo para tu viaje.

– Pedro: Y todo gracias a ti, la verdad no se qué haría si tú no estuvieras a mi lado.

– Yali: Lo mismo me pregunto yo, no soportaría tan solo la idea de vivir lejos de ti. (Pedro mete la mano en su bolsillo y saca un pañuelo. Ella lo mira con expresión de asombro).

– Yali: ¿Y eso? (Lo ve después a él).

– Pedro: Con esto, esperarás mi regreso “En el Puente de las Brisas”, nuestro puente y lo moverás para saber que eres tú, ¿Sí?

– Yali: ¿¡En el Puente de las Brisas!? (Pregunta haciendo su cabeza para atrás).

– Pedro: Sí, así llamaremos a partir de ahora, al lugar donde sellamos nuestro amor, ¿Qué te parece?

– Yali: Está bien. (Lo abraza nuevamente) Te juro que esperaré tu regreso todos los días, no habrá ni uno solo en el que no vaya a nuestro puente a esperarte.

– Pedro: Es un juramento, entonces.

– Yali: Un juramento.

(Los jóvenes enamorados sellan su pacto con otro beso)

Tercer Acto 

(Finalmente, llega el gran día, Pedro se encuentra con sus maletas listas y Yali, al ver que ha llegado la hora, comienza a llorar).

– Pedro: ¡No llores, amor mío! Mi ausencia solo será pasajera.

– Yali: Lo sé pero…

– Pedro: Pero qué.

– Yali: Perdóname pero la sola idea de saber que te vas, me entristece mucho.

– Pedro: Si te pones triste, yo también voy a llorar. Vamos, no quiero irme viendo ese lindo rostro así, ¿Me puedes deleitar con tu bella sonrisa? Haber una sonrisita, por favor.(Yali sonríe pero con algo de trabajo y Pedro comienza a acariciarla) Así me gusta.

– Yali: Cuídate mucho, ¿Ya? No quiero que te vayas a lastimar con nada.

– Pedro: No te preocupes, Yali. Bueno ahora sí, dame un beso que ya me voy.

(Yali le da un beso y juntando sus frentes, se toman de las manos y ella le dice).

– Yali: Solo recuerda que te amo y siempre lo haré.

– Pedro: Jamás lo olvidaré. Tú tampoco olvides lo mucho que yo te amo también y que ni el tiempo ni la distancia, serán adversarios para desmoronar lo que siento por ti.

– Yali: Te amo, Pedro.

– Pedro: Y yo a ti, Yali.

(Ambos se abrazan y después de un rato, Pedro toma su maleta y se va. A pocos metros de distancia, él da media vuelta y al verla, deja su equipaje y corre hacia su esposa a abrazarla).

– Pedro: Me harás mucha falta. (Entra música triste).

– Yali: Pero tu trabajo es primero, vete antes que me sienta peor de lo que ya estoy, por favor.

(Él mira al cielo y separándose de ella, se va. Yali lo ve irse y tomando el pañuelo que le dio, comienza a moverlo mientras rompe en llanto. Luego cierra la puerta y apoyando su cabeza en ella, dice).

– Yali: Se fue, Pedro se fue y ahora… (Suspira) estoy sola.

(Yali se sienta en el suelo y rompe en llanto. Después se pone de pie y continúa con su tejido. Yali, como se lo prometió, todos los días va al Puente de las Brisas a la espera su llegada).

CUARTO ACTO

(Pasaron los tres meses y Pedro no regresa; el tiempo sigue pasando y ya no solo eran meses, sino años, pero ella continúa cumpliendo su juramento, yendo al puente. Con un vestido largo y de color blanco, Yali apoya los brazos en el muro y mira el horizonte con el pañuelo que Pedro le dio. En eso, llega un grupo de turistas y se colocan en el puente. Luego, una mujer se pone adelante y comienza a hablarle al grupo).

– La Guía: Y llegamos al final de nuestro recorrido, “El Puente de las Brisas”. Cuenta la historia que hace cien años venía todos los días a este lugar, una joven llamada Yali. Ella esperaba aquí a su esposo, quién le juró venir aquí todos los días y apenas lo viera, agitaría el pañuelo que le dio antes de partir pero desgraciadamente, él nunca regresó.

– Turista: ¿Y…esa historia es cierta?

– La Guía: Nadie lo sabe, pero dicen que cuando uno se para en este puente y cierra los ojos, siente la brisa del viento que sentía aquella pareja, (Los mira a todos) ¿Desean intentarlo a ver si sucede?

(Todos se acercan a la baranda y cierran sus ojos. Guardando silencio, esperando sentir la brisa pero sin resultado alguno).

– Turista: No se siente nada. (Luego, todos comienzan a murmurar algo decepcionados cuando en eso, la guía toma la palabra).

– La Guía: ¡Es solo una leyenda, nada más! Pero debido a ella, todos los enamorados vienen acá para tratar de sentirlo y dicen algunos, que sí lo han logrado. Ahora si me siguen por favor, veremos otros atractivos del lugar.

(De pronto, una pareja de ese grupo, quedando completamente en silencio por un momento, sienten la brisa y comienzan a abrazarse muy fuerte dándose cuenta que la leyenda, es verdad).

– Yali: Juré que vendría a esperarte todos los días y no faltaré a mi palabra, lo seguiré haciendo con el pañuelo que me diste, amado Pedro, (Huele el pañuelo y sonríe) en el puente donde sellamos nuestro amor, donde nos dimos nuestro primer beso, aquí te esperaré, “En el Puente de las Brisas”.

Fin

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