
En un rincón silencioso de una biblioteca, dos almas rotas descubren que el amor puede aparecer donde menos se lo espera. Ana, una mujer atrapada en una relación desgastada y en su propia confusión emocional, encuentra en Marcos —un hombre diferente, metódico y ajeno a las convenciones sociales— un espejo inesperado de ternura y verdad.
Lo que comienza como un gesto de atención cotidiana se convierte en un vínculo profundo que desafía los prejuicios y las estructuras emocionales de ambos.
“Ajustemos los parámetros” es una historia sobre la necesidad de ser vistos, sobre la pureza de los afectos no aprendidos, y sobre el miedo —a veces más fuerte que el amor mismo— de entregarse a lo que no se puede controlar.
Un drama íntimo, de silencios cargados y miradas que dicen más que las palabras, donde lo humano y lo distinto se confunden hasta revelarse como una misma cosa.
Titulo: Ajustemos los parámetros
Autor: J. UoUoU
- ANA: (40-45 años) Mujer casada, frustrada y enojada con su relación. Buscando afecto y validación.
- MARCOS: (40-45 años) Hombre algo retraído, tímido, solitario. Metódico, tranquilo, observador, profundamente enamorado de Ana. Su lógica es directa y su expresión emocional, aunque genuina, puede ser contenida.
- VOZ DE TOMÁS: (Fuera de escena) El marido de Ana. Irascible, posesivo, inmaduro.
Ajustemos los parámetros
ACTO 1
(La obra comienza con ANA sentada en el escritorio, con el teléfono móvil pegado a la oreja. Su expresión es de profunda molestia y frustración. MARCOS está en un estante cercano, organizando libros meticulosamente, de espaldas a Ana. Viste prolijamente, quizás una camisa abotonada y un cárdigan. Sus movimientos son precisos.)
ANA: (Con la voz contenida pero llena de ira) ¡No, Tomás, no me digas que me calme! ¿Cómo quieres que me calme si me acabas de gritar por la calle con la que te encontraste? ¡Te juro que es la última vez! No puedo más con tus celos absurdos.
(Marcos se detiene un momento, gira ligeramente la cabeza como si escuchara una frecuencia particular, luego retoma su tarea.)
VOZ DE TOMÁS: (Se escucha distorsionada, como a través del auricular, pero audible) ¡Pero Ana, te vi hablando con ese tipo! ¿Qué querías que pensara? ¡Estabas riéndote!
ANA: ¡Era el repartidor de correo! ¿Te das cuenta de lo ridículo que eres? Me agotas. Me agotas la vida. No sé por qué sigo haciendo esto. ¿Sabes qué? Me tengo que ir, tengo trabajo. No me llames por un rato.
(Ana cuelga con brusquedad, respirando hondo. Lanza el teléfono sobre la mesa. Se frota las sienes, visiblemente alterada. Marcos, que ha terminado de organizar, se acerca al escritorio de Ana con una pequeña botella de agua en la mano.)
MARCOS: ¿Ana, le gustaría un poco de agua? Su semblante indica deshidratación por estrés.
ANA: (Levanta la vista, sorprendida. Mira a Marcos como si lo viera por primera vez de verdad. Suspira) Oh, Marcos. Gracias. Sí, por favor. Eres un ángel. Mi marido acaba de… bueno, ya sabes.
(Ana toma la botella. Sus ojos recorren a Marcos, sus movimientos metódicos, su tranquilidad. Una chispa de algo, una idea, empieza a formarse en su mirada. Marcos, ajeno a la mirada de Ana, abre el agua y se la ofrece. Ella toma un sorbo.)
ANA: (Con una voz más suave, casi coqueta, apoyando una mano en el brazo de Marcos, aunque él no reacciona al toque) Siempre tan atento, ¿no? Tan diferente a… otras personas.
MARCOS: Es mi deber mantener el orden y la comodidad en el ambiente de lectura. Usted forma parte del ambiente.
ANA: (Sonríe, una sonrisa forzada al principio, luego más genuina a medida que se anima) ¿Sabes, Marcos? A veces siento que eres el único que me entiende en este mundo. Que ve más allá de… lo superficial.
MARCOS: Yo percibo tristeza en sus ojos. Y usted presenta como un descontento frecuente.
ANA: (Se ríe, un poco sorprendida por su franqueza. Se levanta y se acerca más a él. Le toca el brazo nuevamente, esta vez con más intención, deslizándola ligeramente hacia su mano.) ¿Y qué patrón ves ahora, Marcos?
MARCOS: Un patrón de necesidad de afecto y validación, quizá tengas fatiga emocional. Si necesitas algo, cuente conmigo Ana
ANA: (Suelta una pequeña risa nerviosa. Se acerca un poco más, mirándolo a los ojos. Él la mira fijamente, sin parpadear, sin entender del todo la intención más allá de las palabras.) Y… ¿qué harías tú para cambiar ese patrón, Marcos?
MARCOS: (Piensa un momento. Su rostro es inescrutable.) No lo se. Proporcionaría tranquilidad, atención, y… (Duda un segundo, como calculando) consuelo.
ANA: (Casi pegada a él, susurrando) ¿Y cómo sería ese consuelo, Marcos?
(Ana se pone de puntillas, apoyando una mano en su pecho. Marcos no se mueve, su mirada fija en sus ojos. Ana, sintiendo la tensión del momento, cierra los ojos y se inclina, plantándole un beso suave en los labios. Marcos, sorprendido, no responde al principio, pero luego, lentamente, sus labios se suavizan. Es un beso torpe, pero él no se retira. Ana se separa un poco, abriendo los ojos, viéndolo. Una mezcla de triunfo y nerviosismo en su rostro.)
ANA: (Con la voz un poco agitada) Marcos…
MARCOS: (Toca sus propios labios con un dedo, como analizando la sensación.) Eso fue… un beso. ¿Correcto?
ANA: (Sonríe, una sonrisa compleja.) Sí, Marcos. Correcto.
(Suena el teléfono de Ana. Ella lo mira, luego mira a Marcos. Suspira. Marcos vuelve a su estante.)
ACTO 2
(Han pasado unos minutos. Ana está sentada de nuevo en el escritorio, el teléfono en la mano, con expresión agotada. Marcos está preparando un té en la tetera eléctrica, con movimientos calmados. Ya le ha acercado una taza.)
ANA: (Al teléfono, con voz cansada) Te lo juro, Tomás, estoy trabajando. No puedo estar explicándote cada cinco minutos con quién hablo. Sí, con Marcos, Marcos saluda a Tomás, sí, pero ¿qué esperas que haga si ni siquiera me hablaste bien hoy?
VOZ DE TOMÁS: (Se escucha más fuerte) ¡Pero tú me provocas, Ana! Siempre me buscas para pelear. Sabés que… me voy a jugar al fútbol con los chicos. No me esperes despierta.
ANA: (Los ojos de Ana se llenan de lágrimas de frustración. Cuelga el teléfono, con un puñetazo suave en la mesa. Las lágrimas ruedan por sus mejillas.) ¡No puedo creerlo! Es mi cumpleaños y se va con sus amigos. ¡Mi propio cumpleaños! Y yo aquí, sola, como siempre.
(Marcos se acerca con la taza de té humeante. Se la extiende.)
MARCOS: Té de manzanilla. Ayuda a reducir los niveles de cortisol, y el estrés.
ANA: (Toma la taza, con las manos temblorosas. Mira a Marcos con los ojos llorosos.) Gracias, Marcos. De verdad. No sé qué haría sin ti. (Suspira) Y encima es mi cumpleaños hoy.
MARCOS: (Sus ojos se abren un poco, una rara expresión de sorpresa en su rostro.) Es su cumpleaños.
ANA: (Asiente, sorbiendo el té.) Sí, es hoy. Pero parece que a nadie le importa.
(Marcos se queda pensativo por un momento. Se aleja y se dirige a una bolsa discreta que tenía guardada cerca de su estación de trabajo. Saca una pequeña torta individual, de esas que se compran en cafeterías, y una velita. La pone con cuidado frente a Ana.)
MARCOS: A mí me importa. Felicitaciones (no sabe si abrazarla o no), la compré esta mañana.
ANA: (Sus ojos se abren, las lágrimas siguen cayendo, pero ahora son de emoción y sorpresa. Mira la pequeña torta, la velita, luego a Marcos, que la mira con una expresión neutra pero atenta.) ¿Para mí? Marcos… nadie…
MARCOS: Tienes que pedir un deseo antes de soplar.
ANA: (Sonríe a través de las lágrimas. Enciende la velita con un encendedor que Marcos le ofrece, sin pedírselo. Cierra los ojos, pide un deseo y sopla. Luego levanta la vista hacia Marcos.) Gracias. En serio. Es el mejor regalo que me han hecho hoy.
MARCOS: Siempre estas triste y algo dulce te genera una sonrisa. Lo vi la semana pasada cuando te traje un caramelo.
ANA: (Se ríe suavemente, una risa triste pero genuina.) Eres… increíble, Marcos. De verdad.
ACTO 3
(Han pasado unos días. La relación entre Ana y Marcos se ha intensificado, siempre en la biblioteca. Ana está contándole algo, sentada en una mesa baja, y Marcos la escucha atentamente, parado frente a ella, con las manos entrelazadas.)
ANA: Y entonces me dijo que yo era una histérica, ¿puedes creerlo? ¡Histérica! Después de todo lo que aguanto. Estoy tan agotada, Marcos. Siento que… que me estoy secando por dentro.
MARCOS: Somos sesenta por ciento de agua ¿cómo puedes estar seca por dentro?
ANA: (Lo mira, impresionada por su capacidad de entenderla de una forma tan… diferente, pero tan profunda.) Sí. Un desierto. Y tú… tú eres un oasis, Marcos.
(Marcos la mira. Hay una chispa, un entendimiento tácito que ha crecido entre ellos. Ana se levanta y se acerca a él, poniéndole las manos en las mejillas. Él no se aparta.)
ANA: Marcos, ¿sabes? Eres el hombre más… más puro que conozco. Y eres el único que me hace sentir que importo de verdad.
MARCOS: Usted siempre ha importado. Solo que no has sabido entender mi amor. Pero yo lo comprendo, nadie pudo entender mi amor hasta ahora.
ANA: (Sonríe, con lágrimas en los ojos.) ¿Nunca has tenido novia, verdad? ¿O… o has estado con alguien?
MARCOS: Románticamente no. No es un objetivo primordial en mi esquema de vida. Nunca he experimentado la unión física con otro ser humano.
ANA: (Lo mira con ternura y una determinación creciente.) ¿Quieres que te enseñe?
(Marcos la mira fijamente, procesando la pregunta. Luego asiente lentamente, con una mirada que denota curiosidad y una profunda confianza. Ana lo toma de la mano y lo lleva hacia un rincón más apartado de la biblioteca, entre estantes altos que los ocultan parcialmente. La iluminación se atenúa un poco en ese rincón. Se besan, y esta vez, el beso de Marcos es menos torpe, más entregado, aunque aún con una inocencia palpable. Ana lo guía con suavidad, susurrándole palabras de aliento y cariño. La escena se sugiere más que se muestra, con los cuerpos moviéndose y las manos entrelazadas.)
ACTO 4
(Unos minutos después. Ana y Marcos están sentados en el suelo, apoyados en una estantería. Hay una intimidad palpable entre ellos. Ana tiene la cabeza apoyada en el hombro de Marcos, que la abraza torpemente, pero con una firmeza protectora. Marcos está visiblemente conmovido, su rostro muestra una paz que antes no tenía. Ana respira hondo.)
ANA: (Con la voz baja, casi inaudible) Marcos… esto… esto es hermoso. Eres hermoso.
MARCOS: Si. Es… satisfactorio.
ANA: (Se incorpora un poco, mirándolo a los ojos. Su expresión se vuelve más seria, una mezcla de afecto y duda.) Marcos… tengo que ser honesta contigo. Lo que siento contigo es real. Es… algo que nunca sentí. Pero… (Suspira, quitándole una pelusa de la camisa) No sé si… no sé si estoy preparada para una relación… con un hombre… con tu condición.
(Marcos la mira, su expresión se vuelve neutra, pero hay un atisbo de algo, quizás comprensión lógica de lo que ella dice, sin aparente dolor emocional aún.)
MARCOS: ¿Se refiere a mi pequeño retraso, a la falta de integración con otras personas?
ANA: (Asiente, con los ojos llorosos.) Sí. Sé que suena horrible, y te juro que no quiero lastimarte, pero… no sé si podré llevarlo. Si podré manejarlo. Es tan diferente. Mi vida ya es tan caótica. Y tú… tú necesitas…
MARCOS: Necesito comprensión, apoyo lógico y afecto. Los mismos requerimientos básicos que cualquier ser humano. La forma de expresarlos puede variar, pero la esencia es universal. Yo creo Ana que lo mas grave no es mi situación, creo que lo mas grave es que usted no esta preparada para compartir con alguien que la quiera de verdad, no sabe amar a personas simples porque has caído en el caos amoroso y ahora que ves algo nuevo te da miedo. No tienes miedo de mi condición porque yo soy inocente, tienes miedo de lidiar con el amor verdadero, no estás lista para querer a alguien que solo piensa en vos las 24 hs. del día. No me quiera Ana, no me quiera… pero no me diga una cosa por otra. (llora)
ANA: (Lo mira, y la verdad de sus palabras la golpea. Ella había proyectado sus propios miedos y prejuicios.) Tienes razón. Tienes toda la razón. Soy yo la que tiene miedo. Miedo de lo desconocido. Miedo de que esto sea real y yo no esté a la altura.
(Ana se recuesta de nuevo en su hombro, cerrando los ojos. Marcos la abraza con más fuerza, la abraza de una manera que Tomás nunca lo hizo. Ella siente su calor, su sinceridad, su paz. El silencio se prolonga, llenándose de comprensión y de la promesa de un futuro diferente.)
ANA: (Levanta la cabeza, mirándolo a los ojos, una decisión tomada en su mirada.) Marcos. ¿Quieres que lo intentemos? ¿De verdad?
MARCOS: (Sonríe, una sonrisa genuina y suave que ilumina su rostro de una manera única.) Yo creo que tenemos chances de hacer esto bien, y tenemos también muchas chances de hacerlo mal, solo debemos ajustar los parámetros y probar. Y yo estoy dispuesto.
ANA: (Sonríe, esta vez una sonrisa llena de esperanza y de una nueva fuerza. Se inclina y lo besa, un beso lleno de promesa.) Entonces, ajustemos los parámetros, Marcos. Ajustemos los parámetros.
(Las luces se apagan lentamente sobre ellos, dejando la escena en penumbras, sugiriendo el inicio de un nuevo capítulo.)
FIN.
Conclusión
Ajustemos los parámetros no es solo una historia de amor: es una exploración sobre la fragilidad humana frente a lo que no comprendemos. Ana y Marcos encarnan dos extremos de la experiencia emocional —el caos y la estructura, la necesidad y la pureza— que terminan encontrándose en un terreno común: la ternura.
En un mundo donde las emociones parecen programarse y el afecto se confunde con la costumbre, esta obra propone volver a mirar el contacto humano en su forma más elemental, más torpe, más sincera.
El beso entre Ana y Marcos no es solo un gesto romántico: es un acto de comprensión mutua. Representa la posibilidad de que el amor no sea un privilegio de quienes “saben amar”, sino una búsqueda compartida, imperfecta, profundamente humana.
En última instancia, esta historia nos recuerda que todos ajustamos parámetros —emocionales, sociales o morales— cuando nos enfrentamos al otro.
Y que, tal vez, la verdadera conexión no ocurre cuando entendemos, sino cuando nos permitimos sentir sin cálculo.
Propuesta de escenografía para “Ajustemos los parámetros”
1. Espacio principal: La biblioteca
Concepto general:
La biblioteca funciona como el tercer personaje de la obra. Es el espacio donde se cruzan dos mundos: el orden metódico y lógico de Marcos, y el caos emocional de Ana. Debe sentirse contenida, silenciosa, cargada de aire y soledad, pero también cálida y viva en su corazón.
Estructura visual:
Fondo de estanterías altas, reales o sugeridas por paneles modulares, con libros de tonos neutros (ocres, marrones, grises).
Un escritorio central de madera clara o envejecida, sobre el que descansan:
Una lámpara de lectura (elemento lumínico clave, será el foco de varias escenas).
Un teléfono móvil, algunos papeles, un cuaderno o carpeta de trabajo.
Una zona lateral con una tetera eléctrica y tazas: el rincón cotidiano donde se gestan los gestos afectivos (el té, la torta, el detalle humano).
Símbolo escénico:
Los libros representan la mente estructurada, el conocimiento y el control. A medida que avanza la obra, puede sugerirse un leve desorden progresivo —un libro fuera de lugar, una pila inclinada— como metáfora del derrumbe emocional de Ana y la apertura emocional de Marcos.
2. Iluminación: el lenguaje de las emociones
Intención:
La luz es el hilo emocional invisible que acompaña la transformación de los personajes. Su evolución debe seguir el arco dramático.
Propuesta técnica:
Inicio: luz fría, blanca o ligeramente azulada. Refleja la racionalidad de Marcos y la tensión de Ana.
Durante el acercamiento: la luz se vuelve más cálida, ámbar, con contrastes suaves. La lámpara del escritorio es el centro emocional, casi un “faro” entre ambos.
Escena íntima (acto 3): luz tenue, direccional, con predominio de sombras que ocultan más de lo que muestran. Sugerir, nunca mostrar.
Final: mezcla equilibrada de ambos tonos (frío y cálido), simbolizando la fusión de razón y emoción.
3. Utilería significativa
Cada objeto en esta obra tiene un peso simbólico. No es un adorno: es una extensión del vínculo entre los personajes.
Lista de objetos con función dramática:
| Objeto | Función simbólica | Escena clave |
|---|---|---|
| Teléfono móvil | Presencia del conflicto externo (Tomás). El mundo del ruido y el control. | Acto 1 y Acto 2 |
| Botella o vaso de agua | Primer gesto de cuidado de Marcos. | Acto 1 |
| Taza de té | Repetición del afecto cotidiano, el refugio. | Acto 2 |
| Torta individual y vela | Ternura inesperada, humanidad en la rutina. | Acto 2 |
| Libro fuera de lugar | Ruptura del orden racional. | Acto 3 |
| Lámpara de escritorio | Conexión íntima, punto de encuentro y revelación. | Toda la obra |
4. Disposición escénica y movilidad
Espacialidad:
Dos áreas claramente delimitadas:
Zona de trabajo (racional): escritorio, estanterías, teléfono.
Zona íntima (emocional): rincón con té, sillón o suelo, luz cálida.
Dinámica de movimiento:
Ana se mueve con impulsividad, cruzando de una zona a otra.
Marcos se desplaza con precisión geométrica, siempre siguiendo trayectorias rectas o calculadas.
La fusión de ambos movimientos hacia el final simboliza la integración de sus mundos.
5. Elementos de transición o recursos escénicos sugeridos
Sonido ambiental suave de biblioteca: un reloj, el paso de páginas, el zumbido leve de una lámpara.
Ruido del teléfono o vibración como detonante dramático.
Oscuridad breve entre actos con un leve cambio de luz o música incidental para marcar los saltos temporales.



