Esta obra cuenta la historia de María Angélica, una niña con una gran idea para compartir cuentos y fantasía con todos los niños de su pueblo. A través de una planta mágica, ella logra hacer crecer libros de cuentos, pero su creación atrae la atención de un Librero que intentará robarla.
Con una mezcla de diversión y aventuras, esta historia está dirigida a niños y familias, y busca enseñar el valor de la imaginación, la amistad y cómo defender lo que creemos es justo.
Titulo: Un malo con vergüencita
Autor: María Ester Trozzo de Servera
Aquí tienes la lista de personajes de la obra:
- María Angélica
- Inés
- Lucy
- Mabel
- Madre 1
- Madre 2
- Madre 3
- Adriana
- Librero
ACTO 1
(Escenografía de cuento. Una vereda. A la izquierda la librería. A la derecha tres madres conversan y esperan que sus hijas salgan de la escuela. Estáticos, en figura de cuento) Comienza la acción. Las madres y padres conversan en mímica.
Librero: (Ricamente vestido. Cinturón ancho y vistoso) ¡Libros, libros de cuentos. Debo preparar todo esto pronto. Ya saldrán los chicos de la escuela y aunque no les guste a sus madres y maestras, ellos querrán que les compren un cuento. (Se frota las manos y se ríe siniestramente) Porque a los niños les gustan esas estúpidas fantasías llenas de dibujitos. Y cada vez que quieran tener un cuento, deberán venir aquí. Y yo les cobraré muchísimo dinero y seré cada vez más rico y más importante. (Vuelve a reir)
(En el lado opuesto, las Madres)
Madre 1: (Tiene un bolso con mercadería, quejosa) Mire, no exagero, el problema se ha vuelto tan angustiante que mi marido ha puesto en venta el auto para poder comprarle un libro de cuentos a Lucy. Mi niña no puede crecer sin haber leído un cuento.
Madre 2: (Muy moderna. Ademanes y hablar afectado) Y mi pobre Inés que ya está en tercero de EGB, todavía lee el mismo cuentito que leyó en el Jardín. Eso sí, yo tengo la paciencia de limpiarlo con un trapito perfumado y plancharlo completamente cada vez que lo termina. Es que no quiero que se le arruine, pero ya está tan gastado…
Madre 3: Ese librero es un abusador. Pagamos más por un libro de cuentos que por una casa.
Padre 1: Yo creo que tendríamos que ponernos más firmes y no comprarle, aunque sea el único librero de este pueblo.
Madre 1: ¡Sí, claro!
Padre 2: Eso deberíamos hacer (Duda. Cambia tono…) Pero ¿y qué leerían nuestros niños?
Madre 1: ¿Qué pasará con los pobrecitos cuando ya no puedan disfrutar de un libro de cuentos? ¿Con qué soñarán? ¿Qué pasará con su imaginación?
Madre 3: ¡Es verdad! ¡Debemos seguir comprándole a ese estafador aunque nos deje en la ruina! No podemos permitir que nuestros niños se mueran de hambre de fantasía.
Todos: (Mirando hacia el librero con gestos amenazadores) ¡Sinvergüenza! ¡Malo! ¡Aprovechador! (El librero responde a los gestos con saludos de cabeza y sonrisas sin darse por aludido de los insultos)
Maestra (En off): (Suena la campana. Se oye griterío de chicos, luego silencio. La maestra los despide. Saluda y griterío otra vez. Las niñas, apareciendo ruidosamente, saludan a sus mamás.)
Lucy: (Pedigüeña, tirando de la pollera de su madre 1) ¡Dale mamita! ¡Por favor! ¡Quiero un librito de cuentos! ¡Uno chiquito! ¡Sé buena! ¡Por favor!
Inés: (Haciendo pucheros dice a su madre 2) La maestra me retó otra vez. Dice que no puedo seguir leyendo siempre el mismo cuento que ya me sé de memoria y que si no llevo mañana otro cuento, voy a repetir.
María Angélica: (Hija de madre 3) ¿Y si le borramos a los cuentitos que tenemos todo lo que dicen y les escribimos otras cosas? A mí se me ocurren un montón.
(Todos ríen)
Mabel: (También hija de madre 1. Burlona) ¡Esa idea no podría ser de otra que de María Angélica. ¡Tiene cada ocurrencia! ¡Vamos mamá! ¡Vamos a ver si el librero bajó los precios!
Los padres entre sí: ¡Vamos señores, vamos! (Avanzan con paso seguro hacia el librero. Detrás van las niñas)
Librero: (Los ve llegar y arregla todo. Prepara una gran sonrisa y no puede ocultar sus ansias de vender. Cuando llegan:) ¡Señores! Qué gusto verlos por aquí. ¿Puedo tener el placer de servirles en algo?
Madre 3: ¡No tanta salamería!
Padre 2: Ud. ya sabe en qué nos puede servir.
Madre 1: Nuestros hijos necesitan leer libros de cuentos. ¿Hay algunas ofertas? ¿No nos daría un crédito? Aunque sea para comprar un cuento cortito para cada uno.
Inés: Uno sin dibujos.
María Angélica: Uno con letra chiquita. Lo mismo lo leeríamos.
Lucy: Lo importante es que sea un libro de cuentos.
Mabel: Con cuentos diferentes a los que ya sabemos.
Librero: (Con cara de importante revuelve y saca uno chiquito) A ver, a ver…éste puede costarles poco. Por trescientos pesos podría darles uno a cada una.
Madre 1: ¡Trescientos pesos!
Madre 2: ¡Que barbaridad! ¡Es un abuso!
Madre 3: Así nadie podrá leer más cuentos. (Las niñas comentan con sorpresa y desilusión)
Librero: Más no puedo hacer por Uds., así que… (Les hace señas para que se retiren)
(Salen todos murmurando con tristeza y desaparecen hacia sus casas en distintas direcciones. Queda sola en el centro de la escena María Angélica, sentada en la orilla de un cantero con flores, pensativa)
María Angélica: Tiene que haber una manera de arreglar esto. Mis amigas dicen que tengo ideas locas, pero a veces, las ideas locas se convierten en inventos famosos. ¡Ay! Si pudiera tener una de esas ideas locas… (Sigue pensativa un ratito y de pronto da un salto de alegría). ¡Listo! ¡Ya sé! ¡Lo tengo! ¡Qué idea! No importa que me digan loca (Mientras hace entusiasmados comentarios monologados sobre su idea, desaparece y vuelve a aparecer con una maceta con tierra y una palita. Apoya la maceta en el cantero y revuelve la tierra)
Madre 3 (En off): María Angélica ¿Qué te has quedado haciendo? ¿Para cuando los deberes? A casa.
María Angélica: ¡Ya voy mamita! Un momento (Saca el librito de cuentos de su portafolios que ha quedado en escena desde que vino de la escuela y, con mucho cuidado va mirándolo mientras da vuelta las hojas, pasa sus deditos suavemente por las imágenes, se ríe y comenta por lo bajo mientras lee. Luego le habla en voz alta) Te quiero, librito de cuentos, vos sos mágico y me hacés disfrutar. Y quiero hacer un experimento. Voy a plantarte. Vos, por favor, hacete semillita y ¡brotá! (Canta canción, muy dulce)
Semillita de cuentito
por favor, brotá.
¡Que mi sueño y mi esperanza
se hagan realidad!
Creo, creo en lo que hago.
Yo te planto de verdad.
Semillita de cuentito
por favor, brotá.
Cada chico de mi barrio
de mi barrio y más allá,
necesita fantasías.
Por favor, brotá.
ACTO 2
(El escenario permanece igual. El librero en su lugar. María Angélica aparece por donde desapareció, empujando la maceta a la cual le ha crecido una hermosa planta de libros de cuentos. Empuja la maceta con dificultad, y se detiene, de tanto en tanto, a llamar a sus amigas. Sigue empujando la planta hasta dejarla en el centro del escenario)
María Angélica: ¡Inés! ¡Mamá, Lucy, Mabel! ¡Vengan, vengan todos a ver! ¡Esta vez mi idea dio resultado! (Van apareciendo todos. Las madres también. Se quedan sorprendidos y maravillados mirando la planta y haciendo comentarios de asombro) ¿No es maravillosa? ¡Mi planta de libros de cuentos! ¿Qué digo? ¡Nuestra planta de libros de cuentos! La planté con la ilusión de ayudarlos a todos. Yo quiero que todos los chicos tengamos cuentos para leer.
Lucy: (La abraza) Gracias, María Angélica, ¡Sos muy buena!
Inés: ¡Y tenés unas ideas geniales!
Mabel: ¿Puedo tocarlos? ¿Puedo cortar uno chiquitito?
Madre 1: (Retándola) ¡Hija!
Mabel: Es que los veo tan lindos. Tengo unas ganas de tener uno.
Adriana: ¿Yo también puedo sacar uno, María Angélica?
Madre 3: María Angélica, hija mía, ¡estoy orgullosa! (La abraza)
María Angélica: Corten el que quieran. Y les diremos a todos los chicos que vengan a buscar uno. ¡Qué alegría habrá mañana en la escuela!¡Cómo va a funcionar en nuestras cabecitas la imaginación! (Mamá 1 y 2 con cierta envidia, felicitan a mamá 3 y todas desaparecen hacia sus casas. Las niñas eligen un libro cada una, lo cortan, disfrutan la alegría de tenerlos. De pronto miran hacia la librería y se les ocurre pasearse frente al Librero, mostrando sus libros de cuentos, para hacerle burla. Antes vuelven a esconder la planta. El Librero, al verlas, no lo puede creer, estornuda, se enfurece, salta, grita.)
Librero: ¡Traición! ¿De dónde han salido esos libros de cuentos? ¿Desde cuándo hay otro librero en este pueblo?
Niñas: (Se ríen con pícara alegría mostrando sus hermosos libros de cuentos)
Inés: Nos los regaló María Angélica
Lucy: Son de su planta
Mabel: Ya no nos faltarán libros de cuentos. Otra vez tendremos fantasía
María Angélica: Ya no se aprovechará de nosotros.
Librero: (Escondiendo su furia) ¿Aprovecharme yo de ustedes queridas niñas? (Con falso cariño) ¿Por qué no me llevan adonde está esa plantita? (Toma de la mano a María Angélica e intenta separarla del grupo) María Angélica preciosa, ¿me mostrarás la plantita?
Lucy: (Intenta recuperarla) No, María Angélica. Que no la vea. No lo lleves.
Inés: Nos quitará los cuentos. Que no vaya. Que no la conozca.
Mabel: La planta cuentera es para nosotros. No para él (Todas miran temerosas como el librero sigue llevándose a María Angélica que de pronto le pisa un pie al librero y huye para volver a unirse a su grupo)
María Angélica: ¡Vamos pronto a proteger la plantita! (Salen, escondiéndose entre los practicables de las casas del mismo modo en que llegaron)
Librero: (Dolorido por el pisotón) ¡Ay! Niñas tontas. Esa planta será mía. (Ríe y las sigue sin que lo vean. Hay una situación de persecución entre los practicables. Las niñas no advierten que son perseguidas) (Las niñas llegan hasta la planta. El librero espía desde un practicable)
Inés: ¡Por suerte llegamos!
Lucy: Tenemos que esconderla en alguna parte.
María Angélica: Nadie me quitará mi querida planta. (Vuelve a traer la planta a escena)
Mabel: Vayamos a buscar un buen lugar para esconderla
Todas: Sí, vamos.
(Las tres desaparecen. María Angélica se queda sola, mirando enamoradamente su árbol. De pronto aparece riendo siniestramente el Librero. María Angélica se asusta y llama a gritos a sus amigas. El librero levanta la maceta para llevársela en el preciso momento en que llegan las niñas y lo rodean gritando)
Inés: ¡Que no se escape!
Lucy: ¡Es muy malo! ¡Quiere que estemos siempre aburridos!
Mabel: ¡No quiere que tengamos fantasía! ¡No nos quiere dejar jugar con la imaginación!
Librero: Les cambio esta insignificante macetita con esta insignificante plantita nada menos que por . . . un circo con magos, malabaristas y payasos. (Aprovecha el instante de éxtasis de las niñas, que están imaginando el circo, para intentar robar la planta, pero las niñas rápidamente vuelven en sí)
Inés: No, gracias.
María Angélica: No queremos.
Lucy: No nos interesa.
Librero: Entonces por un tarro inmenso de dulce de leche (Idéntico juego anterior)
Mabel: No nos van a convencer.
Adriana: Sólo queremos nuestra planta.
Librero: Entonces, a ver, déjenme pensar. . . (Trata de distraerlas y camina en círculos cada vez más grandes alrededor de la planta para alejar a todas las niñas. De pronto toma la maceta e intenta salir corriendo)
Adriana: ¡Que se escapa!
Lucy: ¡Nos engaña!
Mabel: ¡No te saldrás con la tuya, librero malo! (El círculo de niñas vuelve a cerrarse alrededor del librero)
María Angélica: ¡Chicas! ¡Démosle una lección a este ladrón! Saquémosle el cinturón.
Lucy: Sí, que se le caigan los pantalones.
Adriana: Y que pase vergüenza.
Mabel: (Divertida, llamando) Vengan, vengan todos los del pueblo a ver al importante librero sin pantalones.
Todas: (Ríen y se acercan cada vez más. Por los laterales el pueblo espía)
Librero: (No sabe qué hacer. No quiere soltar la maceta y no puede sujetarse el pantalón. Rogando) No, No, preciosas niñitas, eso no se le hace a un señor. (Intenta enojarse. Tartamudea) Miren que me voy a enojar mucho. ¡Vamos! ¡Váyanse a sus casas! Afuera, permiso, Déjenme pasar.
(Las niñas le quitan el cinturón y los pantalones caen al suelo dejando ver unos graciosos calzoncillos remendados. Todos ríen muchísimo. El librero deja la maceta y se sube los pantalones mirando muy avergonzado como todos se ríen)
Librero: ¡Qué vergüenza! ¡Qué gran vergüenza! ¡Me han perdido el respeto! ¡Ya no puedo ser un señor muy importante aunque tenga mucho dinero! Me voy para siempre (Comienza a irse entre las risas de todos)
Lucy: ¡Hasta nunca, librero!
Mabel: Se acabaron tus estafas, señor pantalones caídos.
Librero: (Furioso) ¡Atrevidos! ¡Mirones! ¡Cochinos!
Adriana: ¡Adiós! ¡No te extrañaremos nada!
(Figura estática de cuento. El librero desapareciendo por el fondo del lateral derecho y todo el pueblo riendo y despidiéndolo)
FIN