Souvenir de Despedida: Obra sobre una novia despechada

Souvenir de Despedida: obra de teatro corta asesinato novia despedida
Souvenir de Despedida: obra de teatro corta asesinato novia despedida

Nueva obra de teatro corta del autor Rodrigo Tanoira (debajo link para ver sus obras). En esta oportunidad una obra dramática donde se ve el reencuentro entre una chica despechada, deprimida y su ex que termina con un desenlace inesperado!.

Titulo: Souvenir de Despedida
Autor: Rodrigo Tanoira

Obra de 3 personajes

Personajes:

  • Vanesa
  • Julián
  • Aurelio

ESCENA 1

Vanesa está sentada en un sillón tomando un vaso de whisky mientras escucha una música sórdida, algo de Bjork. Su presencia es melancólica, abstraída.

Luego se acerca a un cajón de donde extrae un revolver, confirma que está cargado y vuelve al sillón. En una mano el vaso y en la otra el arma.

El escenario esta separado a la mitad. En la parte de adelante se ubica el ambiente donde Vanesa desarrolla la escena: una sala de estar, un comedor y en la trasera que se separa por dos puertas ventanas corredizas, se deja ver un jardín verde y espacioso.

Suena el timbre (la escena es muy intimista, de hecho las voces deben escucharse muy suaves al menos al principio); Vanesa se toma su tiempo para hacerse cargo del llamado. Finalmente se dispone a atender el portero.

– Vanesa: ¿si? (pausa) ¿qué sos quien? (pausa) ¿por qué no me avisaste que venías? (pausa) si, si… estoy sola, pero… (pausa) porque no se Julián, pasó mucho tiempo (pausa) no tiene sentido (pausa) la verdad que no, no le encuentro razones… (pausa) no puedo creerlo… esta bien, pasá…

Vanesa cuelga el portero, retoma con el vaso y el revolver y camina hacia las puertas traseras. Mira a través del vidrio, luego sale.

Vemos a Vanesa que primero se enciende un cigarrillo, comenzando a tener dificultades para sostener vaso, revolver y cigarrillo. Deambula por el jardín unos instantes fumando (toda escena desarrollada en la parte trasera del espacio debe ser lejana. Un estadío que deje al público mas distanciado de la realidad que se vive en la primer parte del escenario) hasta que escucha el timbre de la puerta.

Nuevamente se toma Vanesa un tiempo para reaccionar al llamado. A partir de este momento todas las acciones de Vanesa van a estar limitadas por el vaso, el cigarrillo y el revolver. Vanesa abre la puerta, pero no podemos ver todavía a este nuevo personaje.

– Vanesa: vos… apareciste… estás muy cambiado

– Julián: el tiempo no pasa para vos sola.

– Vanesa: ¿por qué lo decís?, ¿me notas distinta?… ¿vieja? (intenta fumar pero se equivoca de mano y se lleva el revolver a la boca mientras se le vuelca un poco de whisky apagándole el cigarrillo); entrá… siempre me pasa lo mismo…

Vanesa va directamente a sentarse en el sillón e intentar reencender su cigarro. Ingresa Julián detrás; es elegante.

– Julián: ¿siempre recibís a la gente con un revolver en la mano? (rie)

– Vanesa: es un barrio inseguro

– Julián: (deambula un poco por el espacio) que lindos recuerdos; y que linda esta la casa

– Vanesa: está igual Julián, igual al día en que te fuiste… perdón, que me abandonaste

– Julián: no es verdad, las paredes están mas blancas, el jardín mas verde, vos mas hermosa.

– Vanesa: dijiste que estaba vieja.

– Julián: yo no dije eso.

– Vanesa: ¿a que viniste Julián?.

– Julián: pase a saludarte (se detiene en un cuadro colgado en la pared) esto es nuevo… (recuerda) ¿este es el cuadro de tu hermano?, ¿el que te regaló cuando te casaste conmigo?.

– Vanesa: ¿a que viniste Julián?.

– Julián: pobre, era malísimo pintando; el hecho de haberse muerto creo que fue una enorme justicia para el mundo de la plástica (ríe)

– Vanesa: (intenta tomar un poco de whisky, se equivoca de mano y se lleva el cigarro a la boca quemándose y terminando de volcar lo que quedaba de whisky sobre el revolver. Enojada y saturada revolea el vaso que estalla cerca de Julián) ¡¿a que viniste Julián?!.

– Julián: (titubea unos instantes) voy a ser padre Vanesa, quería contártelo.

Vanesa queda atónita, luego reacciona.

– Vanesa: decime que esto es un sueño; decime que estoy mas drogada de lo habitual; te pido por favor que me digas que no me tocaste el timbre después de dos años para contarme que vas a ser padre.

– Julián: me parece que el hecho de ser padre me aleja definitivamente de vos y estoy convencido de que nos debemos una buena despedida, una merecida despedida.

– Vanesa: te hubieses despedido cuando te fuiste Julián; ¿qué te hace pensar que yo quería volver a verte?.

– Julián: todo fue muy rápido, una situación muy cruel como para tomar buenas desiciones; no encontraba manera de explicarte que ya no te amaba y que me iba al interior a vivir con otra persona. Fui cobarde, lo se, pero no tenía una mejor salida.

– Vanesa: llevo setecientos treinta días sentada en este sillón tratando de entender el sentido de la vida, de la muerte y las relaciones humanas, al borde de la locura…

Julián se sienta junto a ella.

– Julián: (mas suave) quiero despedirme bien, soy muy conciente que no hice las cosas del todo como corresponde, pero volví para recomponerlo. Quiero que nos quedemos con un lindo recuerdo de los dos, de lo que fue… cerrar el círculo (dibuja un círculo con el dedo en el aire. Luego intenta besarla pero Vanesa se niega) ¿estás bien?.

– Vanesa: (mas suave también) ya está Julián, ya te despediste, gracias por venir dos años después para decirme que te vas o que te fuiste dos años antes, así que deberías ir partiendo, a mi no me hace bien todo esto, es como una sorpresa macabra.

Julián se incorpora. Observa unos instantes a Vanesa, pareciera conmovido por ella.

– Julián: te traje algo, algo que me gustaría lo aceptes.

– Vanesa: no quiero sorpresas ni donaciones Julián, andate y eso soluciona todo; por lo menos ahora se que estás vivo, así que ya está… ¡há! y que vas a ser padre, que puedo decir… una tarde redondita, cerró el círculo como vos decís.

– Julián: tomalo como un souvenir de lo nuestro; no necesito siquiera que me des las gracias.

– Vanesa: gracias por eso.

– Julián: cuando estuve frente a el me di cuenta que era para vos, justo para vos y que tenía tanto que ver con lo que fuimos.

– Vanesa: por favor Julián no la hagas mas difícil; volvete al interior y a tus cosas y listo, yo sigo acá, tranquila, disfrutando del enorme privilegio de no tener un motivo sólido para seguir en el planeta tierra.

– Julián: no voy a aceptar que no lo aceptes, no te muevas de acá (sale).

Cuatro segundos después reaparece Julián con un gaucho de unos cincuenta años, de gesto bonachón pero bestial, vestido con harapos sucios, barba, descalzo, pañuelo y sombrero; muy al estilo de los malevos de la literatura gauchesca. Vanesa abre los ojos sorprendida. El gaucho saluda con un pequeño movimiento de cabeza.

– Vanesa: ¿qué es esto Julián?.

– Julián: te presento a Aurelio.

– Vanesa: ¿qué…he…?, ¿qué estás haciendo Julián?.

– Julián: el es mi obsequio; yo se que es bastante sorprendente, pero créeme que es para vos, justo para vos.

– Vanesa: pero Julián, ¿qué clase de enfermedad neuronal estás transitando?, contame, ¿estás teniendo problemas?.

– Julián: por favor Vanesa, no lo tomes a mal, es todo lo contrario; también pensé en los elefantitos de porcelana que tanto te entusiasman, pero quería ser original, quería traerte algo que te conmueva de verdad, algo que de alguna manera quede en tu mente y tu corazón como un recuerdo de nuestro amor, ese amor que no fue.

– Vanesa: ¿vos con todo esto te estás refiriendo a lo del Martín Fierro?, ¿vos me traes a este pobre hombre del interior porque cuando éramos novios leíamos juntos los versos de Hernández?.

– Julián: (con una sonrisa) ¡sí!.

– Vanesa: (se desploma en el sillón) ahora sí estoy segura de que no solo “quisiste” sino que “querés” destruirme, aniquilarme, sacarme completamente de contexto.

– Julián: fueron los mejores días de nuestra relación ¿o pensas distinto?.

– Vanesa: (mientras se sirve otro whisky y enciende un porro) eso paso hace casi veinte años, éramos jóvenes y bastante estúpidos, y paso como puede pasar cualquier otra pavada entre dos adolescentes que se están conociendo, y repito, que además eran bastante tontos, y no hay que ser muy necio para entenderlo dos décadas después.

– Julián: (no la escucha) ahora vas a ver esto… te va a sorprender (a Aurelio) no me hagas quedar mal.

Aurelio se acomoda en el espacio como un actor antes de interpretar su papel.

Aurelio: (con una voz ronca y un marcado acento gauchesco tradicional).

Mi gloria es vivir tan libre
Como el pájaro del cielo:
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y nadies me ha de seguir
Cuando yo remuento el vuelo.

El gaucho se asienta nuevamente en el silencio; su mirada queda extraviada en el horizonte; su actitud es muy servicial y honesta.

– Julián: ¿escuchaste?, no se podría describir de mejor manera a la libertad; “No hago nido en este suelo…” (se tara. Le hace señas a Aurelio pidiéndole que le desasne el entrevero).

– Aurelio: Ande hay tanto que sufrir…

– Julián: (interrumpiendo a Aurelio) eso, ande hay tanto que sufrir…

Vanesa está con la cabeza apoyada en sus rodillas, desconsolada. Julián le hace señas a Aurelio para que siga. Nos damos cuenta que lo trata como a un mono amaestrado.

– Aurelio:

En la güeya del querer
No hay animal que se pierda…
Las mujeres no son lerdas,
Y todo gaucho es dotor
Si pa cantarle al amor
Tiene que templar las cuerdas.

– Julián: ¿te das cuenta?.

Silencio incómodo. Aurelio continua

Yo no tengo en el amor
Quien me venga con querellas;
Como esas aves tan bellas
Que saltan de rama en rama,
Yo hago en el trébol mi cama,
Y me cubren las estrellas.

– Julián: (entusiasmado) yo siento que soy las aves y vos, en una de esas, el trébol, el trébol de la suerte, obvio, y las estrellas nuestro amor que no fue… estrellas fugaces.

Vanesa levanta lentamente su cabeza, descubre el revolver y lo apunta a Julián. De hecho le dispara a Julián y este cae al suelo para agonizar unos instantes y después finalmente morir.

APAGON

ESCENA 2

Delante vemos a Vanesa nuevamente en el sillón bebiendo whisky con un aspecto descuidado (puede estar en ropa interior). Detrás del ventanal, en el jardín, notamos un cúmulo de tierra removida y una pequeña cruz encima (claramente se trata de la tumba de Julián). Sentado cerca, sobre un pequeño banquito, Aurelio saborea un mate con un aire ausente y despreocupado, envuelto en una gran sencillez pagana.

APAGON

ESCENA 3

Detrás del ventanal Aurelio ordeña una vaca. Esta muge cada tanto. Un momento después entra Vanesa al interior cubierta con un fino camisón sensual. Tiene una copa de champagne en su mano. Se escucha una romántica melodía de piano mientras Vanesa se apoya delicadamente sobre el ventanal. Comienzan a mirarse, Aurelio y Vanesa, ella bebiendo champagne y el ordeñando la vaca. Cada tanto se mezcla el sonido del piano en el interior con los mugidos de la vaca en el exterior.

APAGON

ESCENA 4

En el jardín, sobre la tumba de Julián, Aurelio con Vanesa encima hacen el amor entre gritos locos de pasión. Ella en algún momento de éxtasis imita diferentes animales de la granja.

APAGON

Escena 5

Aurelio sale de la ducha en el interior. Tiene la toalla atada a su cintura y el torso desnudo, está afeitado y peinado. Parece otra persona. Mientras bebe un energizante se detiene a observar en el jardín a Vanesa que está desenterrando el cuerpo de Julián.

APAGON

ESCENA 6

En un extremo del sillón está el cuerpo de Julián sucio y estropeado como cualquier cadáver recién desenterrado. En el otro extremo Vanesa con el revolver, el vaso de whisky y un cigarrillo repartidos en sus manos lo observa con desdén, distorsionando el gesto.

Entra Aurelio peinado a la gomina, de traje azul brillante, corbata roja y zapatos de charol.

– Vanesa: ¿qué vas a hacer?.

Silencio de Aurelio

– Vanesa: ¿ya está?, ¿terminaste con todo? (se incorpora y se acerca a Aurelio) cuando era adolescente tenía la fantasía de que muchos años después esto pasaría… (Aurelio sigue en silencio mientras la mira casi sin gesticular. Ella parece entregada a el pero resignada a perderlo) todo lo que quisieras me gusta; todo lo que quisiste me gustó (intenta besarlo y el se aparta) ¿estás bien?.

– Aurelio: (con una voz formal) ya está Vanesa, ya nos despedimos, no hace falta el beso.

Ella vuelve a sentarse y a manobriar con el vaso, el cigarro y el revolver. El cuerpo de Julián se desnivela y cae desparramándose sobre el piso. Vanesa y Aurelio lo observan sin inmutarse. Luego ella se recuesta en el sillón. Aurelio espera unos segundos, descuelga el cuadro de la pared y sale con total tranquilidad.

APAGÓN FINAL

10 Responses

  1. Pudiste darle un mejor final, tienes muchos errores y usas muchas palabras que solo utilizan en argentina esta bien pero varias palabras no tienen correlación en general la historia es buena es como un diamante en bruto

  2. Sencillamente buenísimo. Es la mejor obra que se ha publicado aquí y con gran diferencia. Mis felicitaciones al autor que también demuestra una gran sensibilidad. Y no se, pero parece que hasta tiene conocimientos de teatro. Un saludo y sigue adelante.

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