Esta es un obra teatral especialmente creada para el ámbito escolar, en este caso apuntada a niños de tercer ciclo pero adaptable a otras edades. Un trabajo de Julián Herrero Santiago que busca resaltar el valor de la improvisación y la iniciativa personal, la búsqueda de soluciones aunque sean originales y que propone educar en el valor de la tolerancia, nuevos modelos de convivencia.
🎭 Ramon, el ratón inteligente
👫 Personajes:
- Narrador (Niño vestido normal que lea con cierta soltura.)
- Manolo (Niño vestido de niño actual, es decir, sin disfraz, normalmente; que hace de Manolo.)
- Ratón (Niño disfrazado de ratoncito. Comprando el disfraz o haciéndoselo con cartulina o gomaespuma.)
- Gato (Niño disfrazado de gato. De la misma forma que el anterior.)
- Lámpara (Niño disfrazado de lámpara de pie.)
- Televisor (Niño disfrazado de televisor.)
Escenario: Como la obra se desarrolla en una casa, se trata de ambientar el escenario para que parezca una casa de verdad. Para ello distribuimos por el escenario; mesas, sillas, armarios, estanterías, jarrones con flores, cuadros por las paredes etc. Como una casa de verdad, lo he dicho antes. La mujer, la suegra, los niños, la jaula con el canario… vosotros mismos. De fondo podemos pintar un gran mural en el que aparezca la pared de una habitación, con una ventana y unas cortinas, si os parece bien.
📢 ACTO UNICO
(Se levanta el telón. Comienza la obra con el narrador colocado en un extremo del escenario y subido sobre una silla. No hay nadie más en el escenario.)
Narrador: – Esta es la casa de Manolo. La mesa que veis es de Manolo. Esa silla es la silla donde se sienta Manolo. La lámpara de Manolo. Esa televisión es la tele donde Manolo ve los partidos de fútbol y los dibujos animados. Y en ese armario estantería es donde guarda Manolo sus galletas y chocolatinas. ¡Ah!, bueno, y ese que va a aparecer ahora dentro de un momento es Manolo que viene de la escuela.
(Entra en escena el ratoncillo. Entra con un saco al hombro o una maleta, imitando a los ratones andando de prisa, parándose, huele un objeto, vuelve a moverse, se vuelve a parar)
Perdón este no es Manolo, pis, vete de aquí, esto es un ratón que se ha debido colar porque Manolo se ha dejado la puerta abierta.
Ratón: – Estás equivocado, yo no me he colado por la puerta, yo me he colado por un agujerito que hay en la pared.
Narrador: – Bueno es lo mismo ¡fuera de aquí! Y te vas a tu casa porque esta es la casa de Manolo.
Televisión: – Si ve que su casa es invadida por los ratones. No lo dude, la solución es raticida “Plis Plas”. Compre raticida “Plis Plas” y los ratones desaparecerán.
Lámpara: – ¿Te puedes callar? ¿Por qué hablas si nadie te ha preguntado nada?
Televisión: – Que sepas que yo hablo cuando quiero, y además a mí, en esta casa como en casi todas las casas, se me hace más caso que a nadie.
Ratón: – No puedo irme a mi casa porque yo no tengo casa.
Narrador: – ¿Es que los ratones no tenéis casa?
Ratón: – No tenemos ninguna, andamos de casa en casa, entramos en una y cuando nos echan nos mudamos a otra.
Narrador: – Pues ya te puedes estar mudando, que Manolo seguro que no quiere que te quedes.
Ratón: – ¿Y tú qué sabes? Por ahora espero poder quedarme en ésta unos días porque me ha gustado mucho.
Narrador: – ¿Y dónde vas a dormir?
Ratón: – En cualquier rincón.
Narrador: – ¿Y qué vas a comer?
Ratón: – Pues todo lo que encuentre por ahí tirado.
Narrador: – ¿Y si no encuentras nada tirado?
Ratón: – Pues entonces entraré en el armario y me comeré un poquito de la comida de Manolo.
Narrador: – Me parece a mí que a Manolo no le va a gustar que le comas su comida.
Ratón: – Ya lo sé. A nadie le gusta que le coman su comida, pero esto lo venimos haciendo los ratones hace millones de años y tampoco ha pasado nada.
Narrador: – Bueno pues ¡allá tu! Yo voy a seguir presentando. Eso que veis ahí es el monopatín de Manolo, y esa es su bicicleta. Ahora sí, este que viene corriendo es Manolo.
(Entra Manolo en escena, viene corriendo, tira la mochila, coge la bicicleta y se vuelve a ir. A todo esto el ratón se pone detrás de la mesa para que no lo vea)
Manolo: – ¡Hola! Yo soy Manolo y vengo de la escuela, pero me voy corriendo que tengo que ir a jugar con mis amigos.
Narrador: – ¡Ya se ha vuelto a ir otra vez! Este niño es que no para en casa. Y tú (dirigiéndose al ratón) de buena te has librado, menos mal que no te ha visto.
(Entra corriendo Manolo a coger el bocadillo)
Manolo:.- ¡Que se me había olvidado el bocadillo!
(Sale Manolo corriendo otra vez)
Ratón: – ¡Qué susto me ha dado! A propósito del bocadillo, yo también tengo hambre, voy a ver si encuentro algo de comer por ahí.
(Se da una vuelta por el escenario rebuscando y oliendo todo. Se acerca a la mochila de Manolo, saca un libro, lo huele y…)
Los libros me los como cuando no encuentro otra cosa. Voy a seguir buscando. (Se va al armario y encuentra un paquete de galletas)
¡Ajá, galletas! Una de mis comidas favoritas. Me voy a comer una.
(Se come una galleta, se toca la barriga con aire satisfecho y dice:)
Ratón: – Ya no tengo más hambre. ¡Qué rica estaba! Ahora me acuesto la siesta en este rincón. (Se acuesta en un rincón del escenario oculto del público)
Narrador: – A las dos horas llega Manolo muy cansado de montar en la bici y como es un poco goloso, aunque se acaba de comer un bocadillo de jamón, decide comer una galletita.
Manolo: – ¡Qué bien he corrido con mi bici! Nos fuimos a hacer derrapajes y a dar saltos. Vengo un poco cansado y tengo hambre, voy a comerme una galleta.
(De pronto descubre que el paquete de las galletas está roto y que faltan galletas)
Manolo: – ¡Anda! ¿Qué ha pasado aquí? Este paquete de galletas está casi vacío y yo lo tenía lleno. ¿Quién se ha comido mis galletas? ¡Ajá!, la caja tiene un agujerito. Esto es cosa de ratones.
Narrador: – No le costó trabajo a Manolo descubrir que quien se había comido sus galletas era un ratón. Entonces Manolo tuvo una idea.
Televisión: – Contra los ratones nada mejor que un raticida. Compre raticida “Plis Plas” y los ratones desaparecerán en un plisplas.
Lámpara: – Olvídate del raticida, es un veneno. No debemos usar venenos, son malos para el medio ambiente.
Manolo: – ¿Qué puedo hacer? Tengo una idea. Compraré un raticida y se morirán todos
(Manolo sale corriendo para comprar el raticida)
Televisión: – Como siempre me ha hecho más caso a mí que a ti.
Narrador: – Manolo fue corriendo a la tienda para comprar un raticida y mientras tanto el ratoncito salió otra vez de su rincón.
Ratón: – Esta casa es un chollo, el dueño no para ni un momento en ella. Y yo puedo hacer lo que me de la gana. Ahora, por ejemplo, he pensado que voy a comer otra galleta. A ver lo que encuentro por aquí. (Busca en el armario) Anda, pero ¡Qué ven mis ojos! Una caja de bombones, mi postre favorito, me voy a comer un par de ellos. ¡Qué ricos!
Narrador: – El ratoncito, el muy sinvergüenza, no se conformó con comerse dos bombones, sino que le gustaron tanto que se comió media caja de bombones de Manolo. Al poco rato llegó Manolo trayendo el raticida, pero… ¡Si no trae un raticida! ¡Trae un gato!
Ratón: – Parece que oigo ruido. Debe ser Manolo, voy a esconderme en mi rincón.
Manolo: – (Entra con el gato, se colocan en el centro del escenario y …) Mira gato, esta es mi casa. Aquí es donde vas a estar y tendrás que cazar todos los ratones. Esa es tu obligación, que para eso te he comprado.
Lámpara: – Con que te había hecho caso a ti. Creo que Manolo es más listo de lo que te imaginas.
Gato: – Muy bien mi amo, no te preocupes, ya verás como en dos días no dejo ni un ratón vivo.
Manolo: – Y yo para celebrarlo me voy a comer un bombón. Por fin ya no me comerán más galletas los ratones.
(Descubre que se han comido casi toda la caja de bombones y comienza a gritar)
¡Qué ha pasado con mis bombones! ¿Dónde están mis bombones? Alguien se ha comido también mis bombones.
Gato: – Mi amo, déjame la caja para que la huela a ver si averiguo quien ha sido.
(Manolo le da la caja y el gato la huele y dice)
Gato: – Aquí huele a ratón. Sí, huele mucho a ratón, aquí ha estado un ratón.
Manolo: – ¡Vaya un descubrimiento que has hecho! Eso lo sabía yo sin oler la caja. Además no es un ratón, aquí debe de haber millones de ratones. Así es que ponte a trabajar inmediatamente.
Gato: – Primero quiero investigar.
Manolo: – Pero qué vas a investigar. Tu misión es acabar con todos los ratones. Si no lo haces te pongo de patitas en la calle y compro raticida, que es lo que tenía que haber comprado.
Gato: – De acuerdo mi amo, yo te prometo que acabaré con todos los ratones que haya en esta casa.
Manolo: – Muy bien. Yo ahora me voy al cine. Tú quédate vigilando a ver si cazas alguno.
Narrador: – Manolo se marchó al cine y el gato se sentó en un rincón oscuro de la casa vigilando a ver si cazaba algún ratón.
Gato: – Esto de cazar ratones es un poco aburrido porque si te pones a vigilar no sale ninguno. Lo mejor es tenderles una trampa. Me voy a hacer el dormido y así salen. (Dirigiéndose a los niños) ¡Callaros a ver si salen los ratones!
Narrador: – El gato se hizo el dormido y el ratoncito se lo creyó y salió a darse una vuelta por la casa.
(Sale el ratoncito de puntillas para no hacer ruido y mirando al gato dice)
Ratón: – Ahora que el gato se ha dormido voy a ver si encuentro alguna cosa más para comer, que me he quedado con hambre. A ver qué me encuentro en esta caja. ¡Hombre, pero si son gusanitos y a mi me encantan!
(Se pone a comer los gusanitos en el centro del escenario sin darse cuenta de que se acerca el gato por detrás)
(El gato se levanta y anda de puntillas hacia él, haciendo señas a los niños para que no le digan nada)
Gato: – ¡Ratonzuelo, te pillé! Has caído en la trampa. (Lo coge por el cuello) Ya te puedes dar por muerto, porque te voy a comer en un santiamén.
Ratón: – ¡No vale, no vale! Me has engañado. Tú estabas dormido, por eso he salido yo. Eres un tramposo.
Gato: – Me da igual. ¿Si tienes algo que decir? Te concedo un minuto antes de comerte.
Ratón: – Sí. Tengo que decir muchas cosas.
Gato: – Pues empieza a decirlas, que ya se me está haciendo la boca agua.
Ratón: – Escúchame y responde. ¿Qué ganas con comerme?
Gato: – Pues cumplo la orden que me ha dado mi amo Manolo, que me ha comprado esta mañana.
Ratón: – ¿Y qué orden es esa?
Gato: – Pues mi amo Manolo me ha ordenado que acabe con todos los ratones de esta casa.
Ratón: – Y cuando hayas terminado con los ratones de la casa ¿Sabes que va a ser de ti?
Gato: – Pues no lo sé. Supongo que me dejará vivir en su casa sin tener que trabajar.
Ratón: – Pues te equivocas, porque yo sé que a Manolo no le gustan los gatos y te echará a la calle.
Gato: – ¿Quién te lo ha dicho?
Ratón: – Se lo he escuchado decir a Manolo.
Gato: – Bueno, pero como no pienso acabar con todos no me echará, y así me necesitará siempre.
Ratón: – Te equivocas otra vez. Si me comes a mí ya no habrá más ratones, porque estoy yo solo en la casa.
Gato: – ¿Estás seguro de que no hay en toda la casa más ratones que tú?
Ratón: – Totalmente seguro. Te doy mi palabra de ratón.
Gato: – Entonces va a ser cosa de pensarlo. (El gato se rasca la cabeza y hace gestos de pensar)
Narrador: – El gato se dio cuenta de que lo que le decía el ratón era verdad y vio peligrar su empleo.
Gato: – Ratón, ¿tú que me propones?
Ratón: – Yo te propongo que hagamos un trato.
Gato: – Habla. ¿Qué trato es el que me propones?
Ratón: – Primero me sueltas y no me comes, y yo te prometo que comeré menos galletas y bombones de Manolo. Así estará contento contigo, porque creerá que estás comiendo a los ratones y no te echará de casa.
Gato: – Pues mira, tu idea me gusta. No perdemos nada con ponerla en práctica.
Narrador: – El gato y el ratón se pusieron de acuerdo y decidieron hacerse socios para poder quedarse siempre en la casa de Manolo. Al poco rato llegó Manolo del cine.
Gato: – Oigo pasos en la calle, creo que es Manolo. Escóndete, rápido, que no te vea.
(Entra Manolo en el escenario)
Manolo: – ¡Hola gato! ¿Qué tal te ha ido la cacería? ¿Has cazado muchos ratones?
Gato: – Sí, he cazado cuatro. Pero todavía quedan muchos. Este trabajo es lento.
Manolo: – Sí, ya lo sé, pero tú sigue, sigue cazando ratones que yo me tengo que ir al colegio.
Narrador: – Manolo se fue al colegio y el ratón salió de su escondite para charlar un rato con el gato.
Ratón: – ¡Hola gato! No me has dicho cómo te llamas ni de dónde procedes.
Gato: – No lo sé muy bien. Mi primer dueño, el de la tienda, me puso de nombre Cazador, pero eso fue sólo para venderme a Manolo.
Ratón: – Ésta es una buena casa. Espero que podamos quedarnos aquí mucho tiempo.
GATO.- Sí, es verdad. (Bosteza) Tengo sueño, creo que voy a echarme una siestecita.
(De pronto entra Manolo en el escenario y se queda pasmado mirando al ratón)
Manolo: – ¡Qué ven mis ojos! ¡Un ratón! Gato, ¡corre rápido¡ ¡caza a este ratón¡
(El gato se despierta y comienza a perseguir al ratón. Los dos dan varias vueltas por el escenario hasta que el ratón sale de él)
Gato: – ¡Alto ahí sinvergüenza! ¡Detente, no corras que es peor!
(Lo atrapa) Te cacé miserable ratonzuelo.
Manolo: – Gato ¡Cómetelo, te lo ordeno!
Gato: – ¡Ahora mismo mi amo!
Ratón: – ¡Un momento!
Gato: – ¿Qué quieres?
Ratón: – Todos los condenados a muerte tienen derecho a decir sus últimas palabras.
Manolo: – Pues date prisa y di lo que quieras, que vas a morir.
Ratón: – Lo primero que digo es que me da mucho miedo que me comas.
Gato: – Pues a mi no me importa nada comerte. ¿Eso es todo?
Ratón: – Pues a ti también te debería importar.
Gato: – ¿Por qué?
Ratón: – Porque esta mañana, sin querer, me he tragado un clavo así de grande, y lo tengo aquí atravesado en la barriga, y no corre ni hacia abajo ni hacia arriba.
Gato: – ¿Es verdad eso?
Manolo: – Debe ser verdad porque mi clavo de jugar se ha perdido y no sé dónde está.
Televisión: – ¡Pero cómo puede ser tan tonta la gente! Se cree que el ratón se ha tragado un clavo, si eso es imposible.
Lámpara: – En eso tienes toda la razón. Sí que son tontos porque se creen todas las tonterías que tú les cuentas.
Gato: – Pues si eso es así no puedo comerte, porque entonces el clavo se me clavará a mí.
Manolo: – Es verdad. Entonces ¿Qué hacemos?
Ratón: – Tengo una idea, pero no se si le gustará a Manolo.
Manolo: – ¿Qué idea has tenido?
Ratón: – Yo sé que a ti te gustaría tener una mascota. ¿Quieres que yo sea tu mascota?
Manolo: – (Se rasca la cabeza y dice) ¿Y yo qué gano con que seas mi mascota?
Ratón: – Pues yo sería tu amigo, te obedecería y daría volteretas para que tú te rieras.
Manolo: – No sé, no sé.
Ratón: – Sí. Y solo comería las galletas que tú me dieras, ni una más.
Manolo: – Bueno, me has convencido.
Narrador: – Y así se pusieron de acuerdo y Manolo fue el primer niño del mundo que tuvo un ratoncillo por mascota. Le puso de nombre Chispas, y los tres; Manolo, el gato y el ratón, vivieron muy felices durante muchos años. Y colorín colorado, este teatro se ha terminado.
FIN