La fábula de Los dos perros del cazador es una obra del reconocido Esopo, un autor al que se le atribuyen cientos de fábulas. En este caso, la historia nos deja una enseñanza que nos habla sobre el esfuerzo en nuestras tareas y su recompensa. Vamos a la lectura y luego deja tu opinión o interpretación del mensaje en los comentarios!
✍ Fabula: El viento del norte y el sol
👫 Personajes:
- El dueño
- El perro cazador
- El perro vigilante
Autor: Esopo
Un hombre vivía en el campo con sus dos perros. Uno de ellos ayudaba al hombre cuando salía de caza, mientras que el otro se encargaba de vigilar la vivienda en su ausencia.
El perro cazador disfrutaba al ir de cacería, aunque siempre volvía agotado. Su misión era detectar presas. A veces lo conseguía y, otras, por desgracia, no conseguía encontrar a ninguna.
Los días que no conseguía presa alguna se sentía muy decepcionado, pensando en el gran esfuerzo invertido para nada pero, cuando tenía suerte, se sentía realmente realizado.
Cuando volvían a casa, el perro guardián les venía a recibir de forma muy alegre, recibiendo de forma efusiva a su dueño, lamiéndole la cara y moviendo la colita.
Estando en casa el amo y los dos perros, venía el momento de la cena. Si habían logrado cazar algo, el dueño, quien era muy generoso, siempre les daba una pieza de la cacería a cada una de sus mascotas.
Así pues, tanto el perro cazador como el guardián eran igualmente recompensados y, claro, el primero no estaba de acuerdo con ello, dado que era él quien había trabajado para obtener la comida para los dos.
Un día, harto, el perro cazador le dijo al perro guardián:
– ‘¡Me ofende lo que está pasando! ¡Yo cada día de caza ayudando al amo para que, al volver, tú, después de un día de no hacer nada, recibas tan ricamente un buen plato de lo que yo he conseguio!’
Al oír esto, el perro guardián le contestó:
– ‘Amigo, tienes toda la razón del mundo, pero, ¿qué quieres que haga? A mí me han adiestrado para vigilar la casa. Si quieres quejarte, quéjate al amo, que a fin de cuentas es él quien reparte los bienes indistintamente de nuestro trabajo’.
Pese al enfado del perro cazador ante la situación, lo cierto era que el perro guardián había dado en el clavo. Si se quejaba, que fuera para con el amo, y así lo hizo. Le explicó a su dueño lo que pensaba y, el hombre lo entendió.
Desde entonces, empezó a entrenar al perro guardián para ser un gran perdiguero y, luego, lo sacó a entrenar junto con el otro perro para que se ganara la cena.
📢 Moraleja
En la vida, no todo se regala. Hay que aprender a trabajar duro para recibir una buena recompensa a cambio.
Otra moraleja de esta fábula es que uno siempre se queja en base a la experiencia propia, pero antes de hacerlo, es bueno mirar la posición de la otra persona para entender mejor.