Encuentros de Gangsters: Conversación entre delincuentes

Encuentros de Gangsters obra de teatro corta
Encuentros de Gangsters obra de teatro corta

Una nueva obra de teatro de un conocido ya del sitio, hablamos de Ignacio Perez Jimenez autor de otros grandes trabajos ya publicados como “Elina y la torre” y “Conversación con un fantasma” que fueron muy bien recibidas por nuestros lectores y son de las más comentadas.

Volvemos a recordarles que pueden enviar sus obras para compartirlas con toda la comunidad tanto aquí como en nuestra pagina de Facebook y demás redes sociales.

Titulo: Encuentros de Gangsters
Autor: Ignacio Perez Jimenez

Obra de 2 personajes

Personajes:

  • William
  • Albert

Un hombre vestido de gánster está sentado detrás de una mesa en su despacho. Se abre una puerta y aparece otro hombre con un aspecto similar. Se queda detrás de la puerta. El primero se llama William y el segundo Albert.

– William: ¿Por qué se queda ahí? ¿Acaso alguien le está siguiendo?

– Albert: Eso mismo me preocupa a mí. He estado atento a mí alrededor todo el tiempo pero cuando subía los escalones de este piso tuve la sensación de que alguien me seguía. Alguien muy rápido, muy fugaz.

– William: Ah, en tal caso debe de tratarse de Peter, nuestro gato. Siempre está rondando por las escaleras. Me creía que alguien le había seguido desde la calle. Tranquilícese y tome asiento. Siéntase en su casa.

Albert se acerca y se sienta en la mesa frente a William.

– William: Supongo que habrá llegado hasta nosotros gracias a algunas fuentes ocultas.

– Albert: Por supuesto.

– William: Se habrá dado cuenta que son fuentes muy cautelosas. Ningún policía puede descubrirnos. Me complace formar parte de una organización tan preparada. Por cierto, le advertiré ya de primera que si es usted  un policía camuflado los va a pasar muy mal. Es una simple advertencia.

– Albert: Tenga por seguro que no. Llevo dedicándome a la vida delictiva prácticamente desde que tenía cinco años. He estado ocho veces en la cárcel por razones muy distintas. Y ahora que he cumplido 68 años quiero volver a la vida delictiva. Me aburría mucho en casa.

– William: Sabe, por mucho que lo veo, no le reconozco formando parte de ninguna operación y teniendo en cuenta que esta ciudad es pequeña y está llena de gánsteres, me parece raro. ¿En qué operaciones ha trabajado?

– Albert: Muchas, un montón, más de las que pueda recordar. He trabajado en el Gran Asalto al Banco de 1923, en mis inicios, hace ya algunos años. Yo fui uno de los componentes más activos. No solo diseñe el plan con los otros sino que fui el que apunto al encargado de la caja fuerte. La prensa hizo muy popular aquella operación y estoy orgulloso de haber participado en ella. También he cometido otro tipo de delitos más menores. He desvalijado casas enteras, como la mansión de esos ricachuelos llamados Temperton. Si viera las riquezas que guardaban. Menudos cajones. Había unas joyas y unas esmeraldas impresionantes.

– William: Tiene un historial muy profesional. Realmente es usted una persona muy apropiada para formar parte de la organización. Pero me sigue pareciendo una persona de desconfianza. Hágame un favor. Haga como que ha entrado en una tienda y está amenazando a alguien.

– Albert: ¿Realmente es necesario? Se me da mal la interpretación.

– William: Por supuesto. No me hace falta tener a un actor en nuestra filas pero si a un delincuente autentico. Qué diablos, intérprete una vez. Y a debe de estar acostumbrado a estos tipos de papeles.

– Albert: Pero no le aseguro que lo haga bien. ( Adopta la postura) ¡Hey, deme todo el dinero  o lleno todos los envases y recipientes con miles de agujeros por donde caerá la mercancía¡! No es una simple advertencia. Voy muy en serio ¡

– William: Ha estado usted sensacional. Se ganaría el respeto del público. Ni Vivian Lehigh lo haría mucho mejor. Pero sigo teniendo mis dudas. Hagamos una cosa. (Abre un cajón y extrae una botella llena de un líquido azul). Esto que tengo en las manos contiene un compuesto químico que hace palidecer al que miente. Si usted se lo toma y no palidece, como creo que le pasara, le aseguro que le invitare a tomar un trago de una bebida más normal en cualquier bar del distrito. Por aquí sirven muy buen whisky. Una autentica delicia, se lo aseguro. Quizás por eso nos hemos afincado aquí. Pero antes pruebe.

– Albert: No creo que sean necesarios. Me produce vómitos beber antes de comer. Puedo ponerle la alfombra perdida de manchas. Y eso sería una pena para una habitación tan bonita.

– William: A mí me parece sombría. ¿No ha visto esas cortinas tan pesadas? Toda la decoración es antigua y desastrosa. ¡Beba¡

– Albert: Es que mi médico me ha recomendado que antes de las 5…conciénciese de que mi salud…

– William: ¡Me da igual el pronóstico de su maldito doctor Graham, como si le hayan diagnosticado una apendicitis …!Beba¡

– Albert: No podríamos dejarlo para después. Le aseguro…

– William: Beba o no tendré ningún miramiento en dispararle ahora. No me pienso las cosas más de una vez. Francamente pienso que dudar es una pérdida de tiempo y no es compatible con mi carácter. ¡Beba¡

Albert coge la botella y se lo toma. Empieza a agitarse, a tensar los músculos, se pone de un color verde y al final se desploma inconsciente sobre el suelo.

William se levanta de la mesa y se dirige a la puerta.

– William: Y pensar que compre este líquido en una tienducha del centro por un dólar. A un pobre anciano miserable. De cuánta ayuda me está sirviendo. ¡Peter, gatito, te voy a dar tu comida, es la hora¡ Por supuesto a ti no te pondré bajo ninguna prueba, te quiero demasiado y sé que eres de mi perfecta confianza.¡ ¡Peter …

Fin

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