Esta famosa fabula de La cigarra y la hormiga es una adaptación de la obra original de Jean de La Fontaine, sin duda un cuento que nos enseña que el trabajo y las responsabilidades están por delante de la diversión y el esparcimiento.
Esta obra tiene la particularidad que tiene tres versiones de distintos autores. Fue escrita originalmente por Esopo, y luego fue reescrita por Jean de la Fontaine y Félix María Samaniego. A continuación te dejamos las 3 versiones para que usas la que más se adapte a tus necesitadas.
✍ Fabula: La cigarra y la hormiga
👫 Personajes:
- Cigarra
- Hormiga
✍ La cigarra y la hormiga por Esopo
Un caluroso verano, una cigarra cantaba sin parar debajo de un árbol. No tenía ganas de trabajar; sólo quería disfrutar de sol y cantar, cantar y cantar.
Un día pasó por allí una hormiga que llevaba a cuestas un grano de trigo muy grande. La cigarra se burló de ella:
– Cigarra: ¿Adónde vas con tanto peso? ¡Con el buen día que hace, con tanto calor! Se está mucho mejor aquí, a la sombra, cantando y jugando. Estás haciendo el tonto, ji, ji, ji se rió la cigarra -. No sabes divertirte…
La hormiga no hizo caso y siguió su camino silenciosa y fatigada; pasó todo el verano trabajando y almacenando provisiones para el invierno. Cada vez que veía a la cigarra, ésta se reía y le cantaba alguna canción burlona:
– Cigarra: ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡Qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar! Así pasó el verano y llegó el frío.
La hormiga se metió en su hormiguero calentita, con comida suficiente para pasar todo el invierno, y se dedicó a jugar y estar tranquila.
Sin embargo, la cigarra se encontró sin casa y sin comida. No tenía nada para comer y estaba helada de frío. Entonces, se acordó de la hormiga y fue a llamar a su puerta.
– Cigarra: Señora hormiga, como sé que en tu granero hay provisiones de sobra, vengo a pedirte que me prestes algo para que pueda vivir este invierno. Ya te lo devolveré cuando me sea posible.
La hormiga escondió las llaves de su granero y respondió enfadada:
– Hormiga: ¿Crees que voy a prestarte lo que me costó ganar con un trabajo inmenso? ¿Qué has hecho, holgazana, durante el verano?
– Cigarra: Ya lo sabes – respondió apenada la cigarra -, a todo el que pasaba, yo le cantaba alegremente sin parar un momento.
– Hormiga: Pues ahora, yo como tú puedo cantar: ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡Qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar!
Y dicho esto, le cerró la puerta a la cigarra.
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📢 Moraleja
A partir de entonces, la cigarra aprendió que antes de divertirse hay que trabajar un poquito más.
✍ La cigarra y la hormiga por Jean de la Fontaine
Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte y al llegar el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano. Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.
– Te pagaré la deuda con sus intereses;-le dijo- antes de la cosecha, te doy mi palabra.
Mas la hormiga no es nada generosa (y este es su menor defecto) y le preguntó a la cigarra:
– ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
– Cantaba noche y día libremente, -respondió la despreocupada cigarra.
– ¿Cantabas ? ¡Pues entonces ponte ahora a bailar!
✍ La cigarra y la hormiga por Félix María Samaniego
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
Los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
le dijo: «Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
Esta triste Cigarra,
que alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo».
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
«¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?».
«Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿con que cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo».
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