Las cuatro comadres: Charlas varias entre adolescentes

las cuatro comadres obra de teatro corta
las cuatro comadres obra de teatro corta

Esta obra de teatro consta de 4 personajes mujeres, fue escrita por Fabián Choque, quien anteriormente ya ha compartido con nosotros uno de sus guiones: En el puente de las brisas, y Zulma Arellano Rojas, visitante regular de nuestro sitio.

Les agradecemos a los dos que nos hayan enviado este texto, al pie encontraran videos realizados por diferentes estudiantes de teatro.

Titulo de la obra: Las cuatro comadres
Autor: Fabián Choque y Zulma Arellano Rojas

Obra de teatro 4 personajes

Personajes (4 Amigas):

  • Ángela
  • Ceci
  • Teresa
  • Gloria

(Llega Ángela con un plumero y muy alegre, comienza a darle una pasada más a su sala y comedor)

– Ángela: A ver por aquí, ya está. Por acá… (Revisa los rincones) perfecto… falta algo más Mmm… (Mira por todos lados) (En eso, se coge la cara del susto) ¡Ay, las galletas! (Va corriendo desesperada a la cocina)

(En eso, tocan el timbre) ¡Ding dong! – ¡Ya va! – ¡Ding dong ding dong! –¡¡¡Ya va!!! (Sale de la cocina algo atolondrada y abre la puerta, es Teresa; una mujer chismosa, encargada de pasarles los “últimos datos” a sus amigas) ¿¡Pero quién… (La ve y pone una cara de asombro) ¡¡¡Comadrita!!!

– Teresa: ¡¡¡Comadrita!!! (Se abrazan muy fuerte)

– Ángela: ¿¡Cómo estás!? (Se sueltan) ¡Pero pasa, pasa! ¡Siéntate!

– Teresa: Gracias ¡Ay, comadrita! Los pies me están matando (Se sienta en el sofá y deja su cartera a un costado).

– Ángela: ¡Vaya! ¡Y cómo no te van a doler, si traes esos enormes tacones, pues!

– Teresa: Lo sé comadre. ¿Por casualidad, no tendrás talco para pies? (Se soba los dedos mientras habla).

– Ángela: Sí amiga, iré a buscarlo. La verdad en serio ya te urge talco para tus pies (Le responde con la nariz tapada).

– Teresa: “Sorry” por apestar tu sala, amiga.

– Ángela: No hay problema, iré por un talco y por un ambientador.

(Comienzan a tocar la puerta de una manera muy tosca)

– Teresa: ¡Tocan la puerta, Ángela!

– Ángela: ¿Puedes abrir? ¡Sigo buscando el talco!

– Teresa: ¡Me dueles los juanetes!

– Ángela: ¡Ay, ok ahí voy! (Sale toda atolondrada) (Siguen tocando con más fuerza) ¡Ya voy! ¡Tocan como si uno les debiera!

– Teresa: Tú lo has dicho amiga, ¡Ay, ay, ay mi piecito!
(Abre la puerta y era Ceci, una señora amante de las novelas y conversadora)

– Ángela: ¡Comadrita!

– Ceci: Comadre, ¿Cómo estás?

– Ángela: ¡Qué alegría de verte nuevamente!

– Ceci: Sí. ¡Por Dios! ¡Esta casa no ha cambiado para nada! (Entra mientras habla)

– Ángela: ¡No, no entres ahí!

– Ceci: ¿¡Por qué!? ¿¡Qué pasa!?

– Ángela: Pues porque… (Ceci ya ha entrado)

– Ceci: (Pone en su rostro, una expresión de desagrado) ¡Iuj! ¿¡Pero qué es este olor tan horrible!?

– Teresa: ¡Oye, te puedo oír! ¡Son mis pies! Es que me quité mis tacones porque me dolían una barbaridad.

– Ceci: ¿¡Te olían!? Bueno en realidad, te siguen oliendo (Mueve su mano como alejando el mal olor)

– Teresa: ¡Dolían! ¡Dije dolían!

– Ceci: jajajaja…. (Se acerca a saludarla)

– Ceci: ¿Cómo estás, “comadrita”?

– Teresa: Muy bien (Le ve los pies) ¿Y qué te pasó? (Pasa Ángela)

– Ángela: Por caminar con esos tremendos tacones… (Se mete a seguir buscando el talco)

– Ceci: ¿¡Has estado caminado con estos “tacazos”!? (Los coge y los ve)

– Teresa: No tenía otros, comadre.

– Ceci: ¡Ay, cuándo no tú! (Le grita a Ángela) ¡Angelita, el talco!

– Ángela: (Contesta desde adentro) ¡Lo estoy buscando, un rato!

– Ceci: (Se pone de pie y comienza buscar algo par el mal olor) ¿No habrá otra cosa por aquí que utilizar? Un perfume o inciensos de la india.

– Teresa: ¡Ay, ya qué exagerada eres! ¡No es para tanto!

– Ceci: Sí, cómo no. (Continúa su búsqueda hasta que finalmente, llega Ángela con el talco)

– Ángela: Acá está el talco (Va donde Teresa para darle)

– Ceci: ¡Ay, gracias a Dios! (Ceci va rápidamente y toma el recipiente) A ver, dámelo.

– Ángela: ¡No, mejor se lo echo yo!

– Ceci: ¡No te preocupes, yo lo hago! (Comienzan a discutir por el talco, forcejeando desesperadamente hasta que de pronto, Ceci logra quitarte el recipiente y sin querer, le cae algo del talco en la cara de Teresa) ¡Ay, comadre, disculpa!

– Teresa: (Se queda en silencio por un momento. Se limpia la cara y mira a Ceci algo molesta) No te preocupes, “comadrita” (Extiende su mano) ¿Me permite el talco, por favor?

– Ceci: Sí comadrita, toma (Le entrega el talco algo apenada por lo que pasó)
(Se echa el talco en los pies y caen residuos al piso)

– Ángela: ¡Échate con cuidado, pues mujer!

– Teresa: ¡Ay comadre, por un poquito de talco!
(Ángela pone en su rostro una expresión de desagrado y preocupación al ver que el piso que tanto trabajo le costó pulir, se está estropeando)

– Ángela: Ya no importa (Agacha la cabeza mientras suspira)

– Ceci: Ya conoces a Teresa de cochina.

– Teresa: ¡Oye no soy cochina!

– Ceci: ¡No qué va! “Eres súper limpia”

– Ángela: Voy por una escoba.
(Mientras ellas hablan, Ángela entra a la cocina algo molesta a traer una escoba)

– Ceci: Al parecer no te lavas los pies desde la última vez que nos vimos, ¿No?

– Teresa: No seas exagerada, por Dios.

– Ceci: Luego me prestas el talco para echarme en mi nariz.

– Teresa: ¡Ya basta!
(Llega Ángela con la escoba y comienza a barrer el talco que cayó al suelo)

– Ángela: A ver, coja sus tacos y levante los pies, “señorita”.
(Ella toma sus tacos y pone los pies en el sofá)

– Teresa: Disculpa comadre, debes comprender lo dolorosos que son tacones y lo difícil que son usarlos.

– Ángela: Sí, comprendo (Mira a Ceci mientras la otra hace lo mismo) Bueno, ya está listo, ya puedes bajar los pies (Pero antes que toquen el suelo, la detiene) ¡¡¡Espera!!!

– Teresa: ¿¡Qué!?

– Ángela: Antes que pongas los pies en el suelo, te traeré unos zapatos para que no vuelvas a manchar el piso, espera (Se va a buscar los zapatos).
(Mantiene los pies en el aire y mientras lo hace, conversa con Ceci)

– Teresa: ¡Ay, comadre! ¿Supiste que Doña Cata se mudó con su hija a Breña?

– Ceci: ¿¡Qué sí!?

– Teresa: ¡Imagínate! Ahora todo el mundo se está mudando.

– Ceci: Así es cuando hay plata, comadre.

– Teresa: Esperemos que nos visite, al menos.

– Ceci: Ay, lo dudo mucho comadre, la gente cuando se va se olvida del lugar donde salió.
(Llega Ángela sin haber podido evitar escuchar su conversación)

– Ángela: ¿Quién se mudó?

– Teresa: ¡Doña Cata! (Hace movimientos con las manos, propios de una señora).

– Ángela: ¿¡¡¡Doña Cata!!!? ¿¡¡¡Y a dónde!!!?

– Teresa: ¡A Breña con su hija!

– Ángela: ¿Con cuál?

– Teresa: Con “Martita”.

– Ceci: ¿¡La que se casó con el dueño del restaurante!?

– Teresa: Esa misma (Luego mira a Ángela) ¿Y los zapatos?

– Ángela: ¿Zapatos? ¡Ah verdad, ya los traigo! (Se va corriendo a traerlos)

– Teresa: ¡Que no sean los de tu esposo, por favor!

– Ángela: ¡Él se lava los pies!

– Teresa: ¡Pero por si las dudas!

– Ángela: ¡Ya cállate, oye!

– Ceci: ¡Sígueme contando!

– Teresa: Ya pues como te seguía diciendo, se nos va “Doña Catita”.

– Ceci: Se nos “pituqueó”.

– Teresa: Se nos “pituqueó”.
(Sale Ángela con unas “crocs” para Teresa. Se las pone a sus pies para que los coloque)

– Ángela: Toma comadre.

– Teresa: Gracias (Se los pone una expresión de alivio y comodidad) No tienes idea de cuánto necesitaba bajar los pies.

– Ángela: Y veo que te quedaron exactos los crocs de mi esposo, comadre.

Teresa: Sí, dale las gracias de de de… ¿¡De tu esposo!?

– Ángela: Sí, ¿Por?

– Teresa: ¡Cómo “por”! ¿¡Acaso no sabes cuántas enfermedades trae el zapato de un hombre!?
(Ángela y Ceci se miran sorprendidas con lo que dijo)

– Ángela y Teresa: ¡Ah, ya cállate oye!

– Ceci: Tú hablando de enfermedades a los pies, hazme el favor.

– Teresa: Solo espero que no me contagie los hongos.

– Ángela: Mira… mejor cállate, ¿Sí?

– Ceci: Y cambiando de tema, ¿Han visto ayer Colorina?

– Teresa: No verdad, ¿En qué quedó?

– Ceci: ¡La mala besó al protagonista y Colorina los vio!

– Ángela: ¿¡Los vio!?

– Ceci: Los vio.

– Teresa: Es una… (Cruza los brazos)
(Ángela pone la mano en su boca, como recordando algo)

– Ángela: ¡Ay, qué mal educada! ¡No les he ofrecido nada!

– Ceci: Muy mal comadre ah, muy mal. Creo que después de haber librado una dura “batalla” con los pies de Teresa, nos merecemos eso cómo mínimo.
(Ángela va a traer la merienda)

– Teresa: ¡Oye comadre! ¿¡Puedes olvidarte de eso, por favor!?

– Ceci: Claro, como es tu humor para ti normal. Pero nosotras qué culpa tenemos.

– Teresa: ¡Ya, mejor cállate! ¿Sí? No me hagas sentir peor de lo que ya estoy.

– Ceci: ¡Ah, tú estás peor que nosotras! ¡Qué buena “vaina”! (Le grita a Ángela) ¡Ángela!

– Ángela: (Ella contesta desde la cocina) ¡Dime!

– Ceci: ¡Dice que ella está peor que nosotras!

– Ángela: ¡Claro! ¡Cuando es tuyo, no te molesta!

– Teresa: Creo que ustedes se la han agarrado conmigo, ¿No?

– Ceci: Mira, ya no quiero seguir hablando del tema porque si no, me van a dar náuseas.

– Teresa: Sí, mejor (La mira con desagrado)
(Pasa unos momentos y nuevamente, comienzan a tocar la puerta)

– Ángela: ¡Ceci! ¿¡Puedes abrir, por favor!?

– Ceci: ¡Ya voy! (Va a la puerta y al llegar, la abre) (Es nada más y nada menos que Gloria, una señora algo seria y tajante en su forma de hablar e incapaz de soportar algo que le desagrada)

– Ceci: ¡Comadrita Gloria! ¿¡Cómo estás!?

– Gloria: ¿Cómo estás, comadre?

– Ceci: Bien pero… (La mira detenidamente y ve que algo la está molestando) ¿Te pasa algo?

– Gloria: ¡Ay, el taxista que me trajo se quiso hacer el “vivo” conmigo!

– Teresa: Hola comadrita.

– Gloria: Hola com… (Se detiene bruscamente) ¿Qué te pasó?

– Ceci: Mejor no preguntes.

– Teresa: No empieces, Ceci (Mira a Gloria) Lo que pasa es que los pies me están matando.

– Ceci: A las que nos van a matar es a nosotras.

– Gloria: Sí, ya me di cuenta.
(Desde adentro habla Ángela)

– Ángela: ¡Hola comadrita Gloria, en un rato salgo con café y galletitas!

– Gloria: ¡Ok comadrita, gracias! (Se acerca a Teresa y la saluda) Hola comadrita, ¿Cómo estás?

– Teresa: Bien, con este dolor que no me deja en paz (Continúa sobándose los pies) Pero cuéntanos qué pasó con ese taxista.

– Gloria: ¡Me quiso cobrar de más con el pretexto que no conocía la ruta para llegar acá!

– Ceci: ¡Esos son unos vivos!

– Teresa: Sí y si no eres “mosca”, te “agarran de punto”.

– Gloria: Yo le dije: (Se puso de pie y explicó) “Mira hijito, yo estoy muy vieja para que trates de agárrame de tonta así que o e dejas donde te dije ó llamo a la policía inmediatamente.

– Teresa: ¿Y qué te dijo?

– Gloria: “Ya señora no se preocupe, preguntando llegaremos” –Yo le dije –“¡Ah, qué bueno! ¿Ves que para todo hay solución? (Se sienta nuevamente)

– Ceci: Bien hecho, comadre.

– Gloría: “Más sabe el diablo, por viejo que por diablo”

– Teresa: ¡Pero, por supuesto! ¡Habrase visto!
(Sale Ángela con las galletas y el té para sus comadres)

– Ángela: ¡Acá están las ricas galletas y el delicioso tecito!

– Ceci: ¡Ay, qué rico!
(Ángela se acerca a Gloria para saludarla)

– Ángela: Hola comadrita (Le da un beso y la abraza)

– Gloria: Cómo estás, comadre.

– Ángela: Más atareada, gracias a Teresa.

– Ceci: Soy testigo.

– Teresa: ¿Pueden dejar ese tema, por favor?

– Gloria: ¡Ya está bien está bien! (Ve las galletas) ¡Ay qué rico! ¡De chocolate! (Toma una galleta y su taza de té)

– Ángela: Sírvanse, comadritas (Todas comienzan a agarrar las galletas y sus tazas de té) Así que pusiste en su lugar al taxista.

– Gloria: ¡Ah, tú ya sabes cómo soy! ¡Yo no le aguanto tonterías a nadie y menos a un “mocoso” como ese!

– Teresa: Tú sí que sabes tratar a la gente con “dulzura”.

– Ceci: Sí, a ti hay que tenerte miedo.

– Ángela: En definitiva (Toma la charola) ¡Cojan comadres!
(Todas agarran más galletas y mientras comen, siguen hablando)

– Teresa: En la calle hay tantos sinvergüenzas.
(En eso, Gloria ve el cabello de su amiga)

– Gloria: ¡Comadre!

– Teresa: ¿¡Qué pasa!? (Mira asustada)

– Gloria: ¡Ya se te están notando las canas!

– Teresa: ¿¡Dónde!?

– Gloria: ¡Por aquí! (Le señala por las patillas)

– Teresa: ¿¡Por dónde!? ¡Ay, no me asustes comadre!
(Ceci se acerca a mirar)

– Ceci: Esas no son canas, es el talco que le cayó.

– Gloria: ¿¡Te cayó talco en la cara!?

– Teresa: Sí (Se pone algo apenada)
(Gloria comienza a reírse a carcajadas)

– Gloria: ¡Es el colmo contigo, comadre! ¡Tú sí que no tienes remedio!

– Teresa: Fue culpa de ellas, comadre. Ellas me lo tiraron en la cara.

– Gloria: ¿¡Y por qué hicieron eso!? Le apestaban los pies, no la cabeza.

– Teresa:¡¡¡Ya, basta con eso!!!

– Gloria: Perdón comadre, es que de verdad es muy chistoso.

– Teresa: Sí, “jajaja” “Muy chistoso” “Qué divertida me siento”

– Ángela: ¡Pero síguenos contando de “Doña Cata”!

– Gloria: ¿¡Qué le pasó a “Doña Cata”!?
(Teresa pone los pies en el sofá y se prepara para contarles a todas pero en eso, Ángela se los pone en el piso)

– Teresa: ¡Qué molestosa eres, comadre!

– Ángela: Sí claro, como tú no limpias, qué cómodo se te hace.

– Gloria: ¡Ya comadre! ¡Síguenos contando! ¿Qué pasó con “Doña Cata”?

– Teresa: ¡Se mudó a la casa de de su hija!

– Gloria: ¿Quién? ¿Martita?

– Teresa: Con Martita.

– Ceci: ¿Tienes más galletitas, comadre?

– Ángela: Sí comadre, ahorita les traigo más.

– Ceci: ¡No, no te molestes! ¡Yo voy!

– Ángela: ¡Pero por favor, comadre! ¡Están en mi casa y tengo que atenderlas como ustedes se merecen! (Se pone de pie y tomando la charola, va a la cocina a traer las galletas) ¡No se acaben el té!

– Gloria: ¡Está bien! (Luego, comenta con sus demás comadres) Su casa está… un “anís”.

– Teresa: Sí, ella siempre ha sido bien pulcra con su casa.

– Ceci: Y bien servicial con sus invitados. ¡Qué linda es mi comadre, caracho!
(Continúan tomando el té y luego de un rato, llega Ángela con las galletas)

– Ángela: ¡“Acá están las ricas galletinas”!

– Teresa: ¿Hay de chocolate, comadre?

– Ángela: ¡Pero por supuesto, comadre! Yo sé muy bien que esas son las que más te gustan.

– Ceci: ¡Ay, tienes las rellenas con crema! (Toma, la come y en su rostro se forma una expresión de placer) ¡No hay nada mejor que esto, comadre!

– Gloria: A mí me separas un poco en una bolsita, por favor comadre.

– Ceci: ¡Ay cuándo no tu, comadre! (Mira a Ángela) ¡Ángela, dale tú las galletas porque si no, es capaz de llevárselas todas!

– Gloria: ¡Qué mal hablada eres, comadre! (Mira a Ángela) “Comadrita”, le echas bastante, ¿Sí? (Voltea y ve a Ceci y a Teresa que la quedan mirando) ¿Qué?

– Ceci: No, nada.

– Teresa: Nada, comadre.

– Gloria: Ah ya, cuidado no más. (Pone una expresión de enojo) No se metan conmigo, ya me conocen como soy.
(Las tres la quedan mirando con miedo, conociendo de lo que es capaz de hacer)

– Ángela: No la hagan enojar comadres, ya saben cómo es ella.
(Las cuatro comadres seguían conversando felices de la vida; recordando los viejos tiempos, riendo, y molestándose unas a otras)
(Luego de horas de una amena conversación, llega la hora de la despedida)

– Ceci: Bueno “comadritas”, llegó la hora de retirarme.

– Gloria: Sí yo también.

– Teresa: También yo. ¿Me pasas mis tacos, comadre?

– Ángela: Ahora te los paso, comadre (Va por los tacos de Teresa. Los toma y se los da)

– Teresa: Muchas gracias, comadrita.
(Las cuatro se abrazan fuerte y comienzan a derramar unas cuantas lágrimas)

– Ángela: No saben cuánto anhelé que llegara este día, muchas gracias por venir comadres.

– Ceci: No gracias a ti por la invitación.

– Teresa: Esperemos que se vuelva a repetir.

– Gloria: Pero ten listo el talco, Ángela.
(Todas comienzan a reírse por lo que dijo Gloria)

– Teresa: Sí sí, qué graciosas son.

– Ceci: Bueno ahora sí, me voy. Tengo que llegar antes que empiece la novela.

– Teresa: ¿Nos vamos por ahí?

– Ceci: Ya, vamos.

– Gloria: Yo sí me voy por otro lado, nos vemos comadrita, muchas gracias por todo.

– Ángela: No comadrita, gracias a ti por venir (Luego se dirige a todas sus comadres) Espero que este lonche se vuelva a repetir.

– Teresa: Lo mismo digo.
(Las tres se despiden dándose besos una y otra y otra y otra vez de la misma persona)
(Ángela se despide de Gloria; Teresa de Ceci; Ceci de Ángela; Gloria de Teresa; Ceci de Gloria, Teresa de Ángela y se repite una y otra vez)

– Gloria: ¡¡¡Ya!!! ¡Parecemos un circo, por Dios! ¡Vámonos! (Las empuja a su comadres y se va) Gracias por la galletas, comadrita.

– Ceci: ¡Gracias por todo, comadre!

– Teresa: ¡Lo mismo digo!

– Ángela: ¡A ustedes por venir! (Las tres se van y ya sola, Ángela se prepara para ordenar toda la casa. Toma la escoba y comienza a barrer) ¡Qué alegría me dio haber estado con mi comadres después de tanto tiempo! Espero verlas nuevamente (Pone música mientras y comienza a cantar y a limpiar con ritmo. La gente que pasa la ve por la ventana con extrañeza. Cuando se da cuenta de las personas, se avergonzó totalmente y sonriendo toda apenada, sale corriendo, golpeándose la rodilla con la mesa del centro)

¡Ay, méndiga mesa caramba! (Se va a su cuarto media cojeando).

Fin

Realización de la Obra “Las Cuatro Comadres”

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